Por David Uriarte /
Todo mundo necesita comer, pero no todo el mundo necesita votar. La necesidad es algo que llena un espacio vital, por eso entre ‘importante’ y ‘necesario’ hay una brecha que puede marcar diferencias de todo tipo.
Para vivir se necesita el oxígeno, es necesario y subsume lo importante, sin embargo, en temas de conducta cívica, votar es importante y necesario, se necesita que la sociedad exprese su voluntad a través de un acto simple y sencillo: ir el día de las elecciones, identificarse, y libremente elegir entre las opciones de candidatos que lo habrán de gobernar o representar.
¿Qué pasa cuando el ciudadano no conoce a los candidatos o tiene un interés particular en determinado candidato?
Es frecuente que los ciudadanos llegan a las urnas bajo cuatro condiciones: no conocen ni les interesa el proceso electoral, van por inercia, no conocen al candidato, pero son inducidos a favorecerlo con su voto; o lo conocen y por eso no votan por él, o no lo conocen y ofrecen un voto inocente, es decir, creen en las virtudes o promesas del candidato.
Trabajar en el proceso de acercamiento e impronta de la imagen y potencialidades positivas del candidato al cerebro de los electores, es tarea interesante, va más allá de supuestos e imaginaciones fantasiosas o de repartir dádivas e indulgencias.
La arquitectura del poder político tiene laberintos y conexiones difíciles de entender por el ciudadano común, la arquitectura del poder político guarda intenciones incomprensibles para el ciudadano común, la arquitectura del poder político -cuando es sana- incluye un recipiente que se llama “vocación de servicio”.
El voto lleva implícita una creencia, cualquiera que ésta sea, el votante cree en el candidato o en el ofrecimiento que lo induce a la conducta de elección; hay votos inducidos, espontáneos e inocentes.
El voto inducido es un voto cuyo costo es diferente al voto espontáneo. El voto espontáneo surge de la lógica y el razonamiento elemental al conocer o desconocer la realidad que esconden las promesas de los candidatos, sin embargo, el voto inocente es producto del secuestro de la conciencia, es el abuso de confianza al ciudadano que sigue creyendo.