Por David Uriarte /
Lo que es, es. La experiencia del hoy candidato de la alianza PRI, PAN y PRD, Mario Zamora Gastélum, ni está en duda ni se cuestiona… lo que sí se cuestiona es la aceptación mayoritaria del electorado, que es lo que necesita para sentarse a gobernar en la silla del ejecutivo.
Atrás quedaron los tiempos de los tumultos y los acarreos masivos, hoy los simpatizantes se dispersaron en las dos hectáreas de explanada de la Feria Ganadera, sillas distantes, carros estacionados con porras y cartulinas expresando su satisfacción por venir desde Choix hasta Escuinapa.
Es posible que los miembros y simpatizantes del PAN también hayan asistido como también es posible que miembros y simpatizantes del PRD hayan hecho lo propio. Si esto sucedió, no alcanzaron a ser registrados por las imágenes como evidencia de su entusiasmo por el candidato más que de la alianza de la unidad, a lo mejor por tratarse de un candidato interno del PRI a la gubernatura de Sinaloa, los otros partidos se reservan el derecho de manifestación mientras toman sus decisiones.
Por la sangre de miembros y simpatizantes con verdadera identidad priista, corre la esperanza de redimir a los inconformes y sumar a la mayoría, trabajo poco fácil pero tampoco imposible.
Desde hoy se empezaron a notar las estrategias en medios, específicamente en redes sociales, el marketing político incluye principalmente emociones y sentimientos de los posibles votantes.
Quitar el sabor amargo de muchos ciudadanos en relación al pasado de los políticos del PRI, es como querer quitar el sabor y el olor a una comida ahumada, por esto, el esfuerzo se medirá por resultados, de nada sirve hacer mucho si se obtiene poco como en las elecciones federales del 2018.
Mario Zamora puede ser un hombre bien intencionado y tener un coordinador de campaña cinco estrellas, sin embargo, mover las emociones no placenteras y la animadversión sembrada como maleza en los años de gobierno de Peña Nieto, no es cosa fácil.
Son inteligentes y fuertes los que acompañan a Mario Zamora, pero tampoco hacen milagros. La esperanza de Mario Zamora está en cambiar el pensamiento de los sinaloenses agraviados: no más.