Por David Uriarte /
Al termina la pandemia que puso en alerta a la población mundial, los médicos siguen trabajando a su ritmo, cada uno en su trinchera… Todos con el mismo objetivo promover un estilo de vida saludable, prevenir lo que se pueda, establecer diagnósticos oportunos a través de su conocimiento clínico y apoyarse con los auxiliares diagnósticos para aumentar el grado de certeza e instituir los tratamientos oportunos y adecuados para restaurar la salud, y cuando quedan secuelas, buscar limitar el daño.
Estos principios son universales, es decir, los médicos de todo el mundo direccionan su conducta bajo estos principios universales, las eventualidades pandémicas ponen a prueba la vocación y habilidades de los médicos, la vocación hace que todos los días sean iguales; no hay distinción entre Semana Santa, Navidad, o Año Nuevo, la habilidad hace que los abordajes terapéuticos sean eficaces y eficientes sin perder el toque humano que distingue tratar a una persona o tratar un objeto.
En los siglos pasados, el médico, el cura, y el profesor, eran las figuras relevantes en la sociedad, hoy las cosas han cambiado, la sociedad tiene otra percepción de los médicos, de los líderes religiosos y de los profesores.
Después de la vida, la salud es lo más preciado, para mantenerla, conservarla, promoverla, y recuperarla cuando se pierde. La figura del médico capacitado es relevante, así se vio en la reciente pandemia donde las jornadas se volvieron extenuantes, donde vimos caer enfermos por el virus, unos recuperados sin mayor problema, otros complicados, y otros definitivamente no soportaron la prueba y sucumbieron ante la letalidad viral.
El tema del reconocimiento social toca la puerta del reconocimiento del gobierno en general y de la Secretaría de Salud en particular, no se trata de construir héroes de bata blanca, se trata de reconocer la entrega, vocación y habilidad de profesionales de la medicina, que gracias a ellos la pandemia no cobró más víctimas.
Este 23 de octubre los médicos sólo recibieron el reconocimiento de sus pacientes, amigos y familiares, la atención del gobierno por las condiciones extraordinarias que vivió la población, se quedó en periodo de espera para cuando la sensibilidad política lo permita.
Una cosa es el sistema de salud mexicano y otra cosa es el intangible de su recurso humano, especialmente el servicio recibido por los médicos.
¡Felicidades!