Por David Uriarte /
Ayer 17 de mayo, fue el Día Mundial contra la Homofobia, Transfobia, Bifobia y Lesbofobia. Poco a poco la sociedad empieza a ver de frente la realidad, los atavismos socioculturales con un toque religioso profundo y arraigado en México desde la conquista, son cada vez más ligeros con tendencia a la ruptura.
El pensamiento binario mantiene una tensión social que penetró el ámbito escolar, es decir, la enseñanza de la sexualidad en un primer tiempo fue eminentemente biológica y reproductiva, envuelta en el papel de los valores cristianos y la moral subyugada a la reproducción como fin último de la vida en pareja.
Desde el siglo pasado con el estudio sistémico de la sexualidad humana, los conceptos y las definiciones marcaron un rumbo académico, después, la educación integral en la sexualidad fue la punta de lanza para abrir mentalidades en el nuevo siglo.
El trabajo formativo transgeneracional, tiene frutos incipientes; hoy desde la academia, la clínica y la psicoterapia, se construyen procesos de transformación conceptual y ruptura de paradigmas, primero la tolerancia que da paso a la aceptación de una realidad vivencial, en este camino, la intolerancia, la agresión y la violencia fueron escollos que aún no se doman en su totalidad. Es cuestión de trabajo conjunto, gobierno y sociedad, un gobierno que privilegie el conocimiento científico, y una sociedad que respete las diferencias y sus raíces.
Mientras la diversidad sexual se expresa en una sociedad cada vez más receptiva e inteligente, los sedimentos castrantes siguen cobrando su cuota de fobia, la homofobia tal vez fue la primera en ser diagnosticada, la lesbofobia apareció en una mezcla de incredulidad familiar, después la bifobia se prestó para las especulaciones sin fundamento, adjetivando al sustantivo.
En la disforia de género, o inconformidad con el sexo biológico, hasta los profesionales de la salud sexual pueden trastabillar en su comprensión. La transfobia se puede convertir en los más desprestigiados o desafortunados comentarios, incluso en la incomprensión o falta de respeto a la diversidad; la ignorancia puede arrastrar conductas dolosas de consecuencias inexpresables.
Aquellos que al leer el artículo se sienten bien, son proclives a la filia por la diversidad; aquellos que desde el título sienten fobia o aversión, necesitan revisar su esquema de pensamiento.