Por David Uriarte /
Las enfermedades mentales son la plataforma que exhibe múltiples conductas atípicas, la más peligrosa de estas conductas es la agresión física que deja ver los instintos de muerte.
El hipotálamo es el centro de mando de la conducta motivada, y la motivación es a su vez lo que impulsa a las personas a determinadas conductas.
Las escalofriantes imágenes que captaron las cámaras del transporte urbano el día de hoy en Culiacán, dejan al descubierto la enfermedad mental de un hombre cuyo control de los impulsos esta nulificado y la agresión con arma blanca tiene destino: el cuerpo de una mujer.
Treinta lesiones producidas por arma cortante es el reporte de las autoridades que auxiliaron a la mujer y la trasladaron a recibir los primeros auxilios; todo indica que por suerte, las lesiones no ponen en peligro la vida, pero si la integridad física y mental fue vulnerada.
Nada justifica cualquier acto violento, menos cuando es producto de la desventaja física, y mucho menos cuando se presume un vínculo de afecto. Sólo un cerebro enfermo puede desprender una conducta agresiva, violenta y homicida.
El confinamiento carcelario no cura a estos enfermos con trastorno de los impulsos y trastornos del juicio, necesitan algo más… necesitan apoyo psicológico y una serie de estudios de neuroimagen que descarten enfermedades orgánicas graves como tumoraciones cerebrales.
Darles a los niños lo que pidan y no enseñarles a tolerar la frustración, es una vereda que puede conducir con el tiempo a un trastorno explosivo intermitente, o un trastorno disruptivo del control de los impulsos y de la conducta en la edad adulta.
La mejor forma de saber si una persona tiene un cerebro humano, es observar su capacidad para tolerar la frustración. Cuando una persona no controla sus impulsos y las emociones lo traicionan, lo que prevalece es un cerebro mamífero irracional; y cuando las cosas se quieren arreglar tratando de eliminar al rival, lo que prevalece es el cerebro reptiliano.
Estos hombres violentos gritan con su conducta el cerebro que portan, sin embargo, aún hay quienes piensan que van a cambiar.