Por David Uriarte/
Una de las quejas frecuentes de las mujeres es el mal carácter de su pareja. El origen del carácter enojón de una persona tiene que ver con dos circunstancias: la herencia y lo aprendido.
El hombre corajudo -de quien hablaremos en esta ocasión-, puede manifestar su enojo de muchas maneras, desde el silencio indiferente hasta la violencia física o incluso la destrucción de objetos o propiedades personales o ajenas.
Las parejas y las familias toleran y soportan a estos hombres por dos cosas: primero, por su carácter ascendente y segundo, por la ilusión de que un día habrán de cambiar.
¿Es obligación de la esposa, de los hijos o de la familia en general convivir con un hombre con tales cambios de humor? La respuesta es NO, sin embargo, a la familia le gana la parte afectiva y la esperanza de cambio.
Todos los hombres “enojones” o “corajudos” son neuróticos. Esta clase de hombres son intolerantes a la frustración y son alimentados por la tolerancia de los demás.
Si usted quiere ayudar a un hombre que padece este comportamiento, lo primero que tiene que hacer es no engancharse en sus necesidades personales de reconocimiento.
Destacado: los hombres corajudos simple y sencillamente, no aprendieron a reconocer y aceptar la realidad como experiencia formativa.
Tratar de modificar la respuesta impulsiva y descontrolada de un hombre con este comportamiento después de los diez años de edad, es prácticamente imposible. La carga genética de los padres, más la parte aprendida y promovida consciente o inconscientemente por ellos, determina el grado de irritabilidad de la persona.
Si usted es un hombre corajudo debe valorar dos cosas: la infelicidad que experimenta todos los días al frustrarse por pequeñeces y la carga afectiva negativa que soportan todos los días los que conviven con usted.