Según un poco de varias fuentes bibliográficas, la fortaleza yoica hace referencia a nuestra capacidad para adaptarnos. Nuestra capacidad para enfrentar distintas situaciones y poder resolverlas. Para desarrollar defensas eficientes cuando esas situaciones se vuelven difíciles. También se refiere a la fortaleza oportuna del yo para manejar impulsos, emociones y sentimientos.

¿Cuán evolucionados debemos estar para poder sobreponernos a una situación realmente hostil o peligrosa?


Mis dudas existenciales me remontan a mis clases de paleobiología en la universidad y lo que leí sobre las extinciones masivas que han habido en la Tierra:

Hace aproximadamente 65 millones de años de la desaparición de los dinosaurios; un inesperado meteorito cuyo impacto provocó terremotos, erupciones volcánicas; una nube de polvo y gases casi del tamaño del planeta mismo, cuya permanencia parecía infinita y que provocó cambios drásticos de temperatura en el aire y en el mar.

La mayoría de las más de mil especies desaparecieron al no tener capacidad de adaptabilidad.

Aunque no podemos compararnos con un Tyrannosaurus rex, son incontables las veces que, durante la historia de la humanidad, no hemos podido sobreponernos a una situación tan áspera como la piel de éste carnívoro bípedo, que un día se distribuyó desde Canadá, hasta el norte de México.

¿De qué depende? Cuando una creencia social tan valiosa como la confianza, por ejemplo, se encuentra fracturada, nuestro instinto de seres racionales, diferentes a los dinosaurios, nos alerta sobre lo que se viene. Pero puede ser peor aún, como cuando ya lo sentíamos venir y aún así no nos hicimos caso, ¿qué más da?, sólo es un espasmo en el vacío que va desde la amígdala hasta la punta de los dedos de las manos. Un chorro de agua hirviendo que recorre cada articulación de éste perfecto cuerpo humano.

¡Qué duro querer y no poder hacerlo otra vez!. ¡Qué duro el dolor!. ¡Qué dura la incertidumbre!. ¡Qué dura la duda!.

Sin embargo, estos millones de años de evolución, según la evidencia molecular y paleontológica, la raza humana, desde Pan troglodytes hasta Homo sapiens, no ha caminado en vano, y aprendimos algo a lo que llamamos ‘resiliencia’ o la capacidad que tenemos para adaptarnos a situaciones adversas de manera positiva, no importa qué. Porque aún la Tierra con sus extinciones masivas siempre vuelve a renacer; empieza desde cero. Yo creo que es porque vuelve a creer, y hay algo más que ciencia ahí, pero esa es otra historia.