Por David Uriarte /
Las representaciones mentales de hechos o cosas que no existen, son fantasías que involucran cualquier área de la vida, incluyendo las político-electorales. Algunas columnas políticas y algunos análisis políticos están salpicados de fantasías, de creencias cuyo sustento es la motivación de que suceda o no algo.
Los actores políticos venden más en el silencio cobijado por demostraciones intencionadas que por sus declaraciones, no falta quien quiera que lo vean haciendo algo, saludando a alguien, encontrándose “casualmente” con alguien o simplemente vendiendo la idea de un supuesto apoyo de “arriba”.
Las fantasías aparecen en cualquier persona, los ciudadanos convencidos de su participación inicial en la política electoral, se enfrentan a una realidad en muchos casos inimaginable. Salir de la neblina fantasiosa a veces es difícil sobre todo cuando no hay conciencia de que, lo que se piensa, no sólo no es cierto, sino que es producto de una fantasía inconsciente.
Los supuestos siempre alimentan las fantasías, cualquiera puede suponer lo que quiera, basta darle cabida a las ideas paranoicas alimentadas por la ansiedad propia de que las cosas sucedan.
El futuro es por sí mismo anisógeno, más en las personalidades paranoicas, si algo desespera a una mente fantasiosa es el tiempo de espera: esperar los destapes, esperar las designaciones, esperar los registros, esperar las campañas, esperar la jornada electoral… y esperar los resultados, es una agonía que desaparece cuando se cumplen las fechas.
Las instituciones, en este caso los partidos no son fantasiosos, las fantasiosas son las personas, los líderes, miembros o simpatizantes de los partidos y muchos ciudadanos motivados por la política y sus implicaciones, se estresan, se desvelan y algunos hasta se ponen ansiosos y otros pocos se enferman.
Las fantasías despiertan rumores, y los rumores “se venden como pan caliente” en el ambiente de la política, todos los días los tuits inundan las plataformas informativas, las redes sociales están más que activas, están incidiendo en la conciencia social en busca de posicionar una “verdad”.
Las fantasías pueden ser optimistas o pesimistas; pero no tienen garantía.