Por David Uriarte /

La credibilidad es la resultante entre la fidelidad y la traición, creer o no creer es parte de la ecuación.

La mejor evaluación de un sistema de gobierno que no de un partido, es el índice de desarrollo humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Es muy sencillo, se mide salud, educación y riqueza.

Según MITOFSKY México, que dirige el sinaloense Roy Campos, en noviembre del año pasado, 78 de cada cien sinaloenses estaban de acuerdo con la manera en que está gobernando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en consecuencia, 22 de cada cien sinaloenses estaban en desacuerdo.

La evolución de la aprobación cambió drásticamente a partir de enero de este año, el estudio revela que para el mes de abril, 57 de cada cien sinaloenses persisten en su aprobación, esto es un decremento importante en el indicie de credibilidad. El mismo estudio expone que 43 de cada cien sinaloenses, hoy están en desacuerdo con la manera de gobernar de AMLO.

Si la fidelidad de los sinaloenses seguidores o creyentes del Presidente de México disminuye o va la baja, es que hay traición o se sienten traicionados, que son cosas distintas, pero con el mismo efecto. Si aumenta el número de sinaloenses que están en desacuerdo con la manera en que está gobernando el Presidente, por algo será.

Es lógico pensar que los fieles o creyentes de AMLO bajen, y los infieles aumenten como efecto de la pandemia en general, pero particularmente porque el índice de desarrollo humano de los sinaloenses viene a la baja. Si la salud, la educación y la riqueza son los pilares del desarrollo humano de un país, en México las tres condiciones están lastimadas o disminuidas por decir lo menos.

La vida de los sinaloenses está amenazada por una pérdida potencial de la salud, la educación en Sinaloa como en México está en un proceso de metamorfosis, y la economía experimenta un salto mortal sin red protectora.

Es hora de reflexión honesta, libre de obsesiones de cualquier tipo. Es hora de tomarse la temperatura, tocarse el bolsillo, y contar los años de estudio para entender nuestro índice de desarrollo humano.