Por David Uriarte /
Si gran parte de los mexicanos están impuestos a los discursos oficiales como parte del menú de la pobreza, Estados Unidos no.
El presidente Trump no se anda por las ramas, no se engancha en discursos estériles, su objetividad es tal, que puso de rodillas a sus dos países fronterizos: en su frontera norte Canadá, y en su frontera sur México. A los dos países les “leyó la cartilla”, no se perdió en consideraciones históricas o partidistas, simplemente les dijo: esto es lo que necesito y punto.
En ambas llamadas, fue puntual, ninguna de ellas duró más de diez minutos, primero le leyó la cartilla al presidente Justin Trudeau de Canadá, minutos después a la presidenta de México Claudia Sheinbaum.
Los acuerdos fueron claros y puntuales, blindar la frontera con la Guardia Nacional ¿Sabe cuándo? YA. Ellos se comprometen a evitar el tráfico de armas ¿Cuándo? No se sabe. México empieza a trabajar sobre seguridad y comercio ¿Cuándo? YA. Ellos ponen en pausa el castigo de los aranceles por un mes, para luego revisar si México hizo la tarea.
En el primer punto de acuerdo, el Presidente Trump no se perdió en la idea romántica de que en México no se produce fentanilo, que sólo hay precursores, fue muy claro y preciso, -Pon a la policía a vigilar, para evitar el tráfico de drogas de México a Estados Unidos, y en particular FENTANILO-.
Trump está actuando como el padre con la hija, es la figura de autoridad que impone orden, disciplina y límites. No se pierde en discusiones, no acepta discursos, no tiene tiempo para escuchar justificaciones, sólo quiere que México haga su tarea, que dejen de mandar drogas a su país, en especial fentanilo, lo demás como sea. Que si las armas, que si la seguridad y el comercio, eso es secundario, la advertencia es muy clara, en un mes te reviso la tarea.
La aceptación de México a las condiciones del presidente Trump, es la aceptación tácita de su realidad: es productor, transportador, y comercializador de drogas ilegales.
Los efectos secundarios del tráfico de drogas, como delincuencia organizada, violencia y criminalidad derivada del pleito por el poder entre grupos delictivos rivales, tienen su origen en la comercialización de las drogas, en las ganancias millonarias a cambio del baño de sangre, los miles de muertos intoxicados por las drogas, y los millones de familias que sufren.
Por eso el presidente Trump no quiere discursos o pretextos.