Por David Uriarte /

No todo está hecho, dicho, o visto en Sinaloa en materia política, apenas es el albor del proceso electoral del 2021, y los del PAN se van a MC, los del PRI a donde los reciban, los del PRD también, aunque el puerto de abrigo sigue siendo MORENA.

Este fenómeno no es nuevo, Porfirio Muñoz Ledo fue líder del PRI, del PRD y hoy es un miembro distinguido de MORENA, así como él hay muchos políticos cuya conciencia les ha dictado su estancia transitoria en un partido y el salto a otro. Muchos piensan en lealtades fracturadas, otros en promesas no cumplidas, lo evidente tiene que ver con un contraste entre ideología partidista e intereses personales.

La política en Sinaloa igual que sus políticos, tiene una dimensión insospechada, recuerden el proceso para la gubernatura actual, por eso, los actores que habrán de dar la pelea en el proceso que se avecina están en plena calistenia emocional preparando el platillo de la sorpresa.

Es probable y posible, que vuelvan a emerger los viejos “colmilludos” a poner orden en el concierto de la política descafeinada de los últimos dos años, en Sinaloa no pierdan de vista a los exsenadores y la exsenadora, alguien tiene que poner orden cuando los liderazgos están obnubilados por una realidad inesperada, o esperada pero no superada.

La llegada de sangre nueva a las políticas públicas es lo esperado, lo que no es esperado, es la lentitud en el aprendizaje, algo está pasando en las nuevas generaciones que se les dificulta convencer sin polarizar, demostrar sin denostar, y empatizar sin descalificar.

Por eso, la experiencia tendrá que retomar el lugar, dar un golpe de timón y poner orden en la política doméstica, de otra manera se está confeccionando el próximo fracaso de partidos y políticos confiados… confiados en modelos obsoletos y paradigmas superados por el mercado generacional.

Lo menos que habremos de ver en la arena política sinaloense, serán hematomas, golpes contusos, y sonrisas sardónicas de los “colmilludos” que ya ven caer despojos del apresuramiento ingenuo de muchos, principalmente de aquellos que siguen creyendo en el padrinazgo de papel relumbrante. Ojalá la sangre no llegue al río.