Por David Urairte /
Una dosis sana de escepticismo produce una visión del mundo diferente a la visión clásica. Las personas son señaladas por acciones u omisiones de la realidad social, sin embargo, los actores políticos se perfilan por el cumplimiento de las expectativas de sus seguidores como si fueran artistas.
Es probable que, en la historia de siempre, ninguna persona haya tenido el consenso positivo en su actuar, si hablamos de Albert Einstein y su teoría de la relatividad, no faltará quien lo critique por haber cohabitado con su prima, incluso si hablamos de Jesús de Galilea y sus milagros, saltarán muchos diciendo que es un mito, dogma, o simplemente denostando su historia.
Lo mismo pasa con políticos como Adolf Hitler, mientras muchos lo recuerdan por el holocausto y lo odian por eso, otros lo admiran. En el terreno de los escritores o historiadores, sin ir muy lejos, Paco Ignacio Taibo II, tiene muchísimos seguidores, admiradores y es reconocido por su mente con capacidad para retener tantas cifras, fechas y nombres, pero también tiene un grupo bien posicionado que lo repudia, critica y probablemente hasta lo odien.
En el terreno político propiamente, muchos se dicen juaristas, quisieran que se repita el modelo de gobierno del famoso Benemérito de las Américas y su frase célebre del “Respeto al derecho ajeno es la paz”, pero preguntémosle a la iglesia católica y sus feligreses que opinan de él.
No puede faltar en el repertorio analítico del escepticismo político, la figura del expresidente de México Carlos Salinas, desde la afirmación frecuente de ser el responsable de la muerte de Colosio, hasta las alabanzas por el Tratado de Libre Comercio y la promoción del neoliberalismo.
Que decir de la esperanza hecha realidad con la alternancia en el poder político con la llegada de Vicente Fox, y repetida por Felipe Calderón, el panismo, la derecha y algunos católicos se sintieron los redentores de la patria.
Sin embargo, los números no son suficientes y la realidad social explotó ante la seducción de la guapura y la belleza de la nueva pareja presidencial: Peña Nieto y su Gaviota. Ahora el escepticismo voltea sus ojos a “La esperanza de México”, López Obrador.