Por David Uriarte /
¿Es Cuba? No, es Culiacán.
Las imágenes de adolescentes y adultos haciendo fila para recoger las dádivas del gobierno, eran la vergüenza de los países latinoamericanos, poco a poco, esas prácticas se volvieron la constante en países cuya democracia transita por la vía del control gubernamental.
Filas en los galerones y techumbres para recibir los biológicos (vacunas); filas en los Bancos o Cajeros del Bienestar para recibir los apoyos gubernamentales que por ley les corresponde; filas en oficinas donde se lleva el control de las becas a estudiantes, fila en las oficinas de los 65 y más; filas en las oficinas donde las personas con capacidades diferentes reciben su apoyo económico; filas y filas donde igual adolescentes, jóvenes, madres solteras, adultos mayores, o personas con alguna discapacidad reciben dinero.
Este espectáculo no existía en México, se conocían las filas y los programas parecidos cuando llegaban las fotografías de otros países como Cuba o Venezuela, el pensamiento de “eso no pasará en México”, se esfumó y hoy en la inclemencia de las bajas temperaturas o el sofocante calor, los beneficiario o derechohabientes de los programas sociales tienen que hacer fila y pasar lista.
¿Qué sigue? Darles un vale para dotarles la despensa o canasta básica que deberán surtir cada mes, controlar su alimentación a través de los insumos que decida el gobierno, el estómago y el bolsillo son reductos de control, es decir, nadie aguanta mucho tiempo sin comer o sin tener lo básico para la familia.
Las filas también están de moda en los servicios de salud, las farmacias del ISSSTE, o el IMSS-BIENESTAR, mantienen un abasto insuficiente, algunos derechohabientes abandonan las filas por cansancio, otros al llegar a la ventanilla se encuentran con un discurso conocido, “no tenemos el medicamento”, regrese la próxima semana, esto pone a prueba más que al sistema de salud, al bolsillo del derechohabiente que termina buscando otra alternativa en los consultorios de las farmacias de medicamentos genéricos.
Si el gobierno se apropia de los insumos como las vacunas, o de los tratamientos para las enfermedades crónico-degenerativas como la diabetes y la hipertensión, o los medicamentos para el cáncer, el monopolio estará en manos oficiales y no habrá otra opción que formarse en la fila de la vergüenza.
¿Qué parte de la historia es imprecisa?