Por David Uriarte /

La tranquilidad, la seguridad, y la estabilidad emocional, son síntomas de salud mental. La ansiedad, el miedo, la ira, y el malestar emocional, son datos de enfermedad mental.

Las causas de la enfermedad mental se pueden dividir en dos: externas e internas. Aunque al final todas son internas, porque las externas terminan siendo examinadas en la mente por la razón, el juicio, y la emoción.

Está demostrado que los fenómenos sociales terminan dañando la salud mental si no se tiene cuidado en separar lo personal de lo ajeno; aunque lo ajeno puede estar vinculado de una u otra forma con lo personal, se debe priorizar la salud mental propia para estar en posibilidad de ayudar a los demás.

Las personas centradas en sí mismas, tienen mayor beneficio cuando de salud mental se trata, en cambio, las personas centradas en los demás, son más aprensivos y como se dice comúnmente, “terminan sudando calenturas ajenas”.

Una cosa es la empatía y la solidaridad ideológica en el caso de conflictos sociales, y otra cosa es asumir como propios los conflictos ajenos, a tal grado de generar agresión psicológica.

Para vivir tranquilos, seguros y estables, se debe diferenciar entre lo propio y lo ajeno, los vínculos que conectan lo ajeno con lo propio, son de origen ideológico, son creencias construidas a lo largo de la vida, son aprendizajes incorporados generalmente en la infancia… Estas personas dicen frases como: “mi abuela me enseñó”, “como decía mi padre”, “como decía un viejito”, “como dice la biblia”, en fin, frases que justifican sus creencias y su conducta.

Identificar el origen de los miedos, de las creencias, de la conducta impulsiva, y las emociones desbordadas, es el principio del retorno a la tranquilidad y el bienestar. Hay personas que padecen insomnio a partir de conocer desgracias colectivas de otras latitudes, como guerras, terremotos, tsunamis, derrumbes, inundaciones, o cualquier desgracia que exponga sufrimiento social.

Una cosa es la solidaridad con los desvalidos y otra cosa es enfermar al grado de tener depresión y ansiedad por cosas que no se van a resolver o no dependen del espectador.

Conocer y cuestionar las creencias personales es el primer paso para destrabar el proceso de autoagresión inconsciente, para dejar de sufrir por cosas que dependen de otros y se asumen como personales, esta es una forma de huir de la felicidad.