Por David Uriarte /
Que más le puede pedir un gobernador que empieza su periodo cuando los “astros” se alinean a su favor, la división de poderes se da en el ánimo de desconcentrar el poder del ejecutivo y dejar al poder judicial y legislativo como contrapeso de gobernabilidad y paz social, sin embargo, no existe mecanismo que garantice la autonomía e independencia de los otros poderes cuando vía subsidio dependen del ejecutivo, es decir, el presupuesto para operar incluyendo la nómina, sale del ejecutivo aunque existan normas jurídicas que direccionan el quehacer de cada poder.
Cuando la mayoría en el poder legislativo son de otro u otros partidos diferentes al partido que gobierna, las cosas se ponen más difíciles en materia de revisión y aprobación de cuentas, iniciativas o tramites que requieren de la aprobación o gestión legislativa.
Lo mismo ocurre cuando el poder judicial mantiene una rispidez en la relación con el ejecutivo por temas de presupuesto o asuntos cuyo interés interfiere con la imparcialidad de la justicia.
Algo similar ocurre cuando los órganos autónomos como la Fiscalía General, la Auditoría Superior del Estado o cualquier ente público cuya vida operativa depende del recurso generado por el poder ejecutivo.
En teoría, el titular del ejecutivo tiene el camino planchado para un gobierno sin sobresaltos, mantiene extraordinarias relaciones con todos los poderes y con todos los entes autónomos, no hay tema que se atore en el Congreso, no hay caso difícil en el supremo tribunal de justicia. Mucho menos en la Fiscalía General o en la Auditoria Superior del Estado, en estas circunstancias el gobierno que empieza tiene aparentemente todo resuelto para recibir la aprobación social.
Los negritos en el arroz van a surgir poco a poco, primero por los malestares de los que se fueron y los malestares de los que van llegando. La palabra nepotismo puede resaltar en el diccionario de los inconformes, las expectativas de algunos contratados no son las esperadas, los servidores públicos de primer nivel mantienen una tensa relación por su origen o corriente política, es una capirotada de valores, unos eminentemente técnicos y otros eminentemente políticos.
En teoría todo va bien en Sinaloa.