Por David Uriarte /

Gracias a las empresas la economía se mantiene competitiva en los mercados internacionales, y gracias a las empresas hay trabajo para millones de mexicano, sin empresa no hay negocio y sin negocio no hay dinero.

Muchos pueden pensar que no todo es la empresa y los empresarios, nada más sesgado de la realidad, la mano que les paga a todos los empleados burócratas en el país, saca el dinero de la bolsa de los empresarios vía impuestos.

El dinero que reciben los abuelitos, las madres solteras, las personas discapacitadas, las becas para estudiantes y todos los apoyos sociales, salen de la bolsa de los empresarios que pagan sus impuestos… el gobierno sólo distribuye el dinero que no es de él. La discrecionalidad para gastar el dinero de los que pagan impuestos, le permite al gobierno disponer de los recursos sin preguntarle a los empresarios cuál será el destino de su esfuerzo tributario.

Si gobierno y gobernados viven una relación asimétrica, mientras una parte de los gobernados ponen el dinero (empresarios), el gobierno dispone de su arbitrio. Los que mantienen al gobierno y sus obras, creen en una distribución justa, es como el proveedor que le da el dinero a su pareja y deja en sus manos el funcionamiento de su casa y a la vuelta de unas semanas, el fluido eléctrico está cortado, o el refrigerador está vacío porque simple y sencillamente se priorizaron otros gastos.

Los empresarios entregan parte de su esfuerzo al gobierno, creen en la distribución justa, esperan que sus impuestos se traduzcan en lo mínimo indispensable para el bienestar social: seguridad, salud, y educación… Sin embargo, lo que encuentran es un país inseguro, violento, un sistema de salud desmantelado, y un sistema educativo poco competitivo.

Ante la evidencia irrefutable por cualquier discurso y por cualquier partido político, la lógica recomienda algo muy sencillo: buscar un gobernante que piense como la mayoría de los mexicanos. Primero, que entienda que el dinero para pagar al aparato burocrático sale de la bolsa de los que pagan impuestos, por lo tanto, que cuide a los empresarios. Segundo, que piense y sienta como los millones de mexicanos que hoy viven el luto derivado de la violencia, enfermos que se enfrentan a un sistema de salud precario, estudiantes poco competitivos producto de escuelas que odian la competitividad.

¿Sin luz y con el refrigerador vacío?