Por David Uriarte /

 

Desde los espectaculares distribuidos como confeti en todo el territorio nacional, los mítines tumultuosos, hasta la profecía de quienes serían los próximos en la lista del poder político, era la influencia real del PRI, sin embargo, la otrora famosa aplanadora explotó como el transbordador espacial Challenger, dejando mudas a las pitonisas que siempre o casi siempre acertaban el “score” final de cualquier contienda político electoral en México.

Después de las magulladuras y hematomas tanto en la estructura social como en su organización, el partido ganador de mil batallas, quedó noqueado, tirado en la lona del quehacer político, cediendo el cinturón a quien corresponde.

Al quedarse el cuadrilátero solo y despertar a la realidad, lo primero fue limpiar las heridas y esperar el tiempo necesario para la cicatrización y recuperación de la salud política que al parecer ha de llevarse buen tiempo, en el caso de que eso suceda.

Mientras tanto, el PRI mantiene un intenso trabajo de mantenimiento correctivo, parecen batallar para encontrar y reemplazar las piezas averiadas, incluso, por el modelo algunas ya no están en el mercado.

Con toda la reingeniería de procesos y la ayuda de expertos locales y extranjeros, aun así están en la fase de choque, es decir, la indestructibilidad del Titanic de los partidos apareció.

Todos los fieles a su origen o interés político se mantienen alrededor de lo que queda, no quieren hacer un Frankenstein, quieren reconstruir algo funcional, compacto, manual, amigable, pero sobre todo confiable, y aquí es donde están batallando.

Confiabilidad es la pieza clave que puede convertir el silencio en murmullo, que puede ser el ducto de respiración funcional y posible clave del éxito de la antes arrolladora y hoy arrollada estructura partidista.

El trabajo subrepticio del PRI va a la par con su reconstrucción y aspiraciones a corto y mediano plazo, se quieren poner de pie a la brevedad, hacer calistenia y anotarse en la próxima justa político electoral.

El silencio del PRI encierra muchas lecturas, una de ellas es ¿Dónde están los que aplaudían? ¿Dónde están los medios de comunicación y expertos analistas que aseguraban su indestructibilidad?

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