Por David Uriarte /
Sin duda el signo de una sociedad civilizada es el respeto. Aprender a respetar significa tolerar la frustración al obtener resultados diferentes a los esperados, tanto en la forma de pensar, de percibir o de actuar.
Los pequeños y grandes problemas de la humanidad se sustentan en la incapacidad para tolerar o aceptar las diferencias, los líderes pueden pensar en su flexibilidad como signo débil, cuando debiera ser un signo de inteligencia y fortaleza empática, ser flexibles es dar espacio a otras formas de pensar sin violentar necesariamente los pensamientos que dan origen a la postura o conducta ideológica.
Detrás de las palabras siempre está el pensamiento o el impulso, la inteligencia se convierte en el réferi que da paso a la palabra reflexiva o al insulto irreflexivo, a la conducta empática o a la conducta agresiva, entre más inteligencia intelectual, mejores resultados académicos, entre más inteligencia emocional, mejores resultados en la vida de relación.
La inteligencia y las emociones sanas no tienen que ser mutuamente excluyentes, las personas pueden tener un coeficiente intelectual alto y también una empatía alta, también pueden tener una inteligencia reducida y una empatía ausente, o tener combinaciones de inteligencia intelectual alta e inteligencia emocional baja, o al revés, inteligencia intelectual baja con una inteligencia emocional alta.
Una persona con inteligencia intelectual alta, pero inteligencia emocional baja, puede convertirse en una amenaza para la sociedad por muchos motivos, uno de ellos es, su índice de maldad derivado de la incapacidad para gestionar sus propias emociones no placenteras y obstruir el espacio del respeto con actitudes o conductas maquiavélicas.
Quedan dos semanas para ver y escuchar a los distintos candidatos y candidatas que buscan a través de su imagen, su pasado, y discurso, construir su futuro, pareciera que no, pero la imagen de los hombres y las mujeres vende algo en las mentes de los electores, la edad, el sexo, su estado civil, su escolaridad, su postura, su lenguaje no verbal así como el contacto visual, establece una relación donde se construye la percepción, y la percepción construye parte de la realidad.
De cualquier manera, la imagen y el pasado refuerzan la intención del voto, el discurso de plano tiene que estar sustentado en propuestas, si contiene ataques, es evidente que no hay respeto.