Por David Uriarte

La primera persona del plural (nosotros) es el mejor refugio psicológico del presidente Andrés Manuel López Obrador. Alguien pudiera pensar la irrelevancia del lenguaje cuando se habla, sin embargo, el vehículo que transporta y conecta los laberintos inconscientes y su contenido, es el lenguaje.

Estadísticamente se puede analizar el perfil de cualquier persona al revisar la conexión que hace de sus pensamientos con la verbalización de los mismos, es decir, cómo trata de conectar lo que es con lo que quiere.

En el caso de AMLO, de cada cien veces que se refiere a él, noventa y ocho veces lo hace mediante la figura gramatical de la primera persona del plural, donde en lugar de decir –yo –, dice –nosotros–.

A simple vista y ante los oídos de la multitud, esto puede ser insignificante o irrelevante, sin embargo, ante el lente de la psicología social y clínica, el lenguaje revela dos conexiones: la conexión con la propia persona o su identidad, y la conexión con los demás.

Cuando la conexión con la propia persona responde a la libertad impregnada de conciencia y responsabilidad por lo que se dice y se hace, entonces la verbalización implica una descripción pulcra de la persona al conectar con los demás diciendo –YO–. Sin embargo, cuando se pretende diluir responsabilidades, o esconderse en las voluntades de grupo, se involucra a los demás verbalizando el contenido del pensamiento en la figura gramatical de la primera persona del plural diciendo –NOSOTROS–.

Entre hacerse responsable y buscar complicidades hay una diferencia diametralmente opuesta, el efecto de hablar en primera persona del plural y en vez de decir “yo”, decir “nosotros”, disminuye la carga de la culpa y multiplica el efecto de converger en un punto o idea colectiva.

Cuando el Presidente dice –nosotros no somos como ellos– al referirse a los expresidentes, debiera decir –yo no soy como ellos–, pero decir “yo”, lo expone y lo enfrenta, por eso le resulta mejor decirlo en primera persona del plural como refugio psicológico que diluye cualquier responsabilidad y capitaliza todos los beneficios derivados de la inconformidad social. Los refugios psicológicos protegen y dan seguridad.