Por David Uriarte /
Trabajo sí hay, lo que no hay son trabajadores. Hay muchas personas desempleadas cuya motivación no les alcanza para tocar la puerta de los miles de comercios, industrias, oficinas de servicios, o por lo menos emprender un negocio propio.
El emprendedurismo parece ser palabra de moda, un estilo de vida que requiere más que dinero, ingenio y carácter.
Los perfiles de los desempleados se pueden resumir en tres: aquellos que de plano dicen no haber nacido para el trabajo; aquellos sobrevaluados que dicen no les pagan lo que merecen; y aquellos buenos para trabajar, hábiles en su desempeño, pero enfermos, dicen que no soportan jefes o quien los mande, horarios, supervisores, no respetan reglas ni figura de autoridad, son como juegos de artificio, brillan mucho unos segundos para luego apagarse para siempre.
En este análisis no se incluyen aquellos soñadores, aquellos cuyo modelo a seguir es la sociopatía, aquellos que dañan a la sociedad en busca de una retribución jugosa a corto plazo.
Tener un padre, hijo, hermano, o pareja, prófugo del trabajo, es tener un objeto más que un sujeto, es contar con la seguridad de que todo hará menos trabajar.
Son especialistas para la justificación de por qué no trabajan, a todo le encuentran peros, es posible que exista un gen de la flojera o alguna mezcla biológica y psicológica que haga de estas personas unos desempleados crónicos o eternos.
Aquellos desempleados narcisos, son personas hombres o mujeres cuyo pensamiento les hace creer que son extraordinarios, mano de obra calificada, trabajadores no valorados o no comprendidos por sus empleadores, llegan a creer que su trabajo vale mucho más de lo que les ofrecen como pago, generalmente ahí se quedan descansando sobre su discurso, esperando que alguien algún día los valore y les hable para ofrecerles más que trabajo; dinero.
Los enfermos mentales o con trastornos de personalidad, aquellos con trastornos del control de los impulsos, con trastorno del juicio, o trastorno explosivo intermitente, son empleados que en promedio duran entre seis meses y un año en los trabajos, acumulan experiencia de muchos trabajos, pero son desadaptados debido a su forma de ser o pensar.
Trabajo si hay, lo que no hay son trabajadores sanos.