Por David Uriarte /
Mientras la población haga lo que le da la gana y los comerciantes se apropien de calles, banquetas, y azoteas, tendremos un gobierno complaciente cuyas consecuencias las paga los ciudadanos indefensos, aquellos cuyas contribuciones son destinadas a todo, menos a su bienestar social.
“Meter en cintura”, como se dice coloquialmente, a los que violan las disposiciones oficiales o no cumplen con los estándares o criterios establecidos para contribuir a la paz y la seguridad social, es cuestión de conciencia y responsabilidad de la autoridad.
A veces exigir el cumplimiento de la norma termina siendo una medida poco popular, sin embargo, alguien lo debe hacer, ese alguien es la autoridad elegida por el pueblo.
En Culiacán, poco a poco, hemos visto el precio que paga el Gobierno Municipal por hacer que se cumpla la ley y la norma.
Hace unos años, en un centro comercial de Culiacán, en el área que ocupaba un casino, se cayó un anuncio espectacular de una altura aproximada de quince metros, cuyo peso superaba la media tonelada, por desgracia terminó quitándole la vida a una persona que transitaba por el lugar.
¿Quién autorizó la colocación de ese anuncio espectacular? ¿Quién supervisó el cumplimiento de la seguridad básica de esta estructura? Es obvio que la respuesta es el Gobierno Municipal que regula la publicidad en la vía pública y en las instalaciones comerciales.
Al recorrer la avenida Álvaro Obregón, una de las vías más importantes de Culiacán, la que divide la ciudad en oriente y poniente, se puede ver la diferencia entre el hoy y el ayer, la contaminación visual ha disminuido. El Ayuntamiento ha retirado una serie de espectaculares que amenazaban con sus estructuras a las viviendas que las soportaban y a los transeúntes; estas acciones tienen un costo político, afectan a unos pocos, pero benefician a la ciudadanía. Pero, sobre todo, restituyen la seguridad en la vía pública.
Retirar los espectaculares y hacer que los propietarios de los clubes de golf o clubes deportivos paguen el predial, son acciones que ningún Presidente Municipal se había atrevido a realizar, la relación costo beneficio es evidente y la factura política también.