MICIUDAD.MX / La diputada de MORENA, Francisca Abelló Jordá, quien preside la Comisión de Equidad, Género y Familia de la LXIII Legislatura, nunca imaginó el impacto mediático de su intervención el martes 23 de octubre en tribuna.

“Lo que pasa es que si ponemos otra vez en la mesa, miren, horita es un tema nada más del otro día que subí a tribuna y dije lo que dije, que hay que volverlo a analizar en ese sentido, volver a poner lo que dije y se van a dar cuenta que no estoy ofendiendo”.

La ansiedad colapsa al hipocampo, la estructura cerebral de la memoria donde se anidan los recuerdos con impacto emocional, por eso, la diputada Abelló cometió sus dislates y fue víctima de sus propios dichos a pesar de ver a los ojos y ofrecer disculpas.

Por otra parte, los especialistas de la noticia saborearon el oficio limitado de la legisladora en materia de manejo de la información y respeto con los medios. Como dijo Karl Ludwig von Bertalanffy en su teoría de sistemas: “Todos ocupamos de todos”. En otras palabras, ¿qué es un político sin su vocero?

Todas las actividades cuya relevancia impacta a la sociedad, necesitan ser comunicadas, una sociedad informada es una sociedad más inteligente, un político que fija su posicionamiento o se atreve a expresar sus propuestas de cara a la sociedad siempre será reconocido por su valentía, honestidad y congruencia, sin embargo, cuando la investidura del cargo, puesto o responsabilidad es una prenda demasiada holgada, corre el riesgo de que se le caiga o enseñe partes pudendas.

“Te lo dijo Juana para que lo entiendas Chana”, reza el refrán. Ojalá que la lección de la diputada la aprendan y les sirva a todos los integrantes del Poder Legislativo, no importa el cargo o bancada a la que pertenezcan. Lo cierto es que tanto la diputada Abelló, como el resto de los legisladores, en el mejor de los casos estarán un poco más de mil días y mientras tengan una responsabilidad conferida por el pueblo serán asalariados de sus representados.

En la actividad legislativa los aprendizajes cuestan, desde las amonestaciones públicas hasta las exhibiciones que dejan ver la esencia actitudinal del oficio político.

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