Este niño prefería ver caricaturas que ir a sus clases diarias de piano. Ahora añora recordar las notas de “El Danubio Azul” que tocaba sorprendido cuando su maestra le gritaba desde la cocina: “ahí no era, Gerónimo.”

Este niño bailaba “El Pipiripau”. Decía su abuela: “No más pasaban a comprarle cocos a tu abuelo, con la grabadora a todo volumen, en la radio esa canción, y salías como ratón a bailar.” Hoy son unos catorce años de ataques de ansiedad que vienen y van.

Este niño no apuntaba con el dedo el arcoíris después de la lluvia en su pueblo de la costa, pues le dijeron que eso haría que desapareciera más pronto. Ahora vive y trabaja en edificios cuyas ventanas dan hacia otro edificio.

Este niño no dormía gran parte de la noche esperando el amanecer para abrir sus regalos de navidad. Ahora no duerme pensando en la confianza que ha perdido, en lo que pudo haber dicho o hecho diferente y en lo que se ha perdido.

Este niño se arrullaba escuchando los gotones de lluvia golpeando las láminas de casa de sus abuelos. Ahora ha visto más el piso mojado que el cielo azul borrando sus fantasmas del pasado.

Este niño dibujaba paisajes, leones, caballos, su propia mano en una hoja de papel. Ahora escribe sobre el nivel de consciencia que tuvo y el que ha alcanzado. No se arrepiente, lo abraza y se siente orgulloso y evolucionado.

Este niño nació con pie equino varo, le dio varicela, paperas, mal de ojo y sobrevivió al chupacabras

Este niño quería ser piloto. Después quiso ser científico y se hizo científico.

Este niño quería una familia. Este hombre de hoy siempre ha tenido una familia.

Este niño con ganas de sentirse necesitado; de sentir que pertenece a una tribu, que a veces añora sólo llorar porque su perro Soruyo no responde inmediatamente a su llamado, siempre ha querido ser un hombre. Éste hombre siempre lo ha sido, en proceso de encontrarse, de crecimiento, de dudas, de respuestas, de sueños, de sentimientos, de amores. De ganas de ver y oír el mar todos los días, quisiera la respuesta a tantas cosas que aún le duelen, que con todas sus fuerzas quisiera dejar ir para nunca volver a verlas. Pero éste niño nunca se dio por vencido porque cree fielmente que “debido a un gran amor, uno es valiente” y sueña con que ese amor sea para siempre.