Por David Uriarte / 

 

Los humanos como tal tienen una intimidad cognitiva y emocional, un deber ser sociopolítico. Los grandes maestros, siendo humanos, tienen las debilidades propias de cualquier mortal a pesar de tener una educación emocional y un protocolo que seguir.

Presidentes, generales, secretarios de estado, senadores, diputados, en fin… cualquier servidor público o insigne intelectual incluyendo los premios Nobel, o los principados de la Curia; potentados, sultanes, reyes y monarcas, tienen más que un lado obscuro, un verdadero yo.

Los diálogos entre las figuras del espectáculo, la política o la ciencia, y sus familias o allegados, son diferentes al diálogo que establecen en su papel formal frente al público que los aclama o admira.

No sólo cambia el discurso, cambian los modales, la compostura, las formas y aparece el comportamiento de la persona sin los títulos o responsabilidades. Por eso, cuando se vive de cerca la experiencia de compartir con el general sin uniforme, el médico sin su bata, el político sin sus trajes, el artista sin los reflectores; se percibe en la desnudez del protocolo y aparece el verdadero yo.

“Chinguen a su madre, que manera de legislar”, ese es el verdadero Porfirio Muñoz Ledo, eso es lo que piensa y no lo dice públicamente; en este caso una falla más que técnica -del técnico que se encarga de operar la consola de sonido parlamentario-, mostró la intimidad cognitiva del presidente de la Cámara de Diputados.

Hay miles de anécdotas que dibujan la humanidad del que ostenta un cargo o un mandato más allá de las posturas protocolarias oficiales. Un psiquiatra comentaba parte de lo que sucedía en la residencia oficial de Los Pinos, generalmente los fines de semana por la noche, cuando les llamaban para atender a una mujer que se salía del control emocional y no manejaba sus impulsos al estar bajo el efecto etílico. Aunque hace muchos años de esto, la descripción anecdótica sólo confirma que el ‘madrazo’ legislativo de Porfirio Muñoz Ledo es parte de la condición humana.

La prudencia indica que hay que cuidar las formas con tal de no ofender a los demás, la imaginación da para mucho cuando de líderes se trata, pero un ‘madrazo’ tiene muchas interpretaciones.