Por David Uriarte /

 

Cuenta la historia que los samuráis evitaban caer en manos de sus enemigos y preferían morir con honor; el suicidio, la salida ética para ellos.

El famoso Harakiri no es otra cosa que la autoagresión como forma de lavar la honra y demostrar al mundo la verticalidad y convencimiento de los pensamientos y creencias.

La subcultura japonesa incluye los extremos del pensamiento egocéntrico donde se prefiere inmolarse que caer en manos del enemigo, en el caso del PRI, el harakiri tiene una modalidad distinta, no hay muerte, hay agonía, y los enemigos los torturan poco a poco.

El PRI dejó la mesa servida a sus competidores y todo indica una tortura paulatina con fines de extinción por parte del nuevo gobierno.

Evidencia tras evidencia hacen sangrar la deteriorada imagen de un partido robusto en su tiempo, traición tras traición de aquellos adoradores de la famosa aplanadora, y lo impensable, aquellos que estiraban la mano para recibir la dadiva caritativa, hoy forman parte de la ecuación analógica que reza, “tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata”.

Mientras unos matan la vaca, otros le jalan la pata, en este caso, no la matan aún, la torturan y no se puede defender al estar maniatada por muchos de los que la ordeñaron por décadas.

Al PRI le pasó lo que a muchas parejas, cuando se dejan, alguien divulga las intimidades justificando honestidad en su dicho, diciendo que es cierto, mostrando las evidencias de un maridaje que en su momento fue complicidad.

Confianza es una de las grietas por donde penetra la traición, el PRI confió en mucha gente que hoy lo tiene con el pie en la nuca, cuadros buenos para la tortura.

Dicen los profetas de la política que viene lo mejor, que están dejando el platillo fuerte para después, ese después puede ser el harakiri definitivo, el paso de la agonía a la muerte, o la exhibición previa antes de la metamorfosis propia de una historia que presagia el final del Goliat apedreado por su David.

Al exhibir el tamaño y alcance de la corrupción en PEMEX, el PRI escucha frases de su epitafio, se imagina lo que viene cuando la CFE exponga lo propio y así sucesivamente hasta que ocurra lo esperado.