Por David Uriarte /
Hace cuatro años, la llegada de Donald Trump a la Presidencia del país más “poderoso” del mundo, causó asombro. Un grupo de especialistas en salud mental se pronunciaron sobre su estado mental y sus rasgos de personalidad patológica, sin embargo, “el pueblo sabio” le dio la oportunidad de que demostrara de qué estaba hecho, hoy se ven los rescoldos de una fogata socialmente tóxica y las cenizas de una esperanza fallida.
Hace dos años, la llegada de López Obrador a la Presidencia de México era un suceso mundial, hoy lo sigue siendo. En la política doméstica, especialmente en las ambiciones por la gubernatura, las presidencias municipales, las diputaciones locales y federales en Sinaloa, las cosas están pintando conforme lo previsto, es decir, está sucediendo lo esperado: ‘el hambre de querer ser’ empieza a contorsionar la figura del político decente, honesto y vertical, para dar paso a la realidad, a la esencia del ser humano que pretende tomar las riendas de un estado golpeado en la salud y la seguridad pública, en la economía y en la esperanza de un mejor futuro para la familia.
Al principio se aplaudió la temeridad y actitud grosera de Donald Trump, hoy hasta sus simpatizantes detestan su decisión y se sienten avergonzados por los resultados de la gestión terrorífica de su gobernante.
No se sabe qué pasará con la gestión de López Obrador en México, faltan cuatro años para evaluar los resultados, mientras tanto, lo que sí se sabe y se ve, son las señales que están mandando a los sinaloenses los que tienen ambición de estar en las boletas electorales.
‘Por el sobre se saca la carta’ reza el refrán, por lo que se ve, las cosas pueden tomar rumbos conocidos… La violencia y el desespero son el resultado de la incertidumbre, cuando no existe la seguridad de triunfo, el miedo se apodera del competidor y las técnicas primitivas aparecen como lo hizo en su momento Mike Tyson al arrancar de una mordida un pedazo de oreja a Holyfield en el MGM de Las Vegas. A lo mejor no se arrancan las orejas, pero sí la dignidad, todo indica que la prudencia sigue de vacaciones y ‘el hambre de querer ser’ busca a como dé lugar, lograr su objetivo.