El presidente Andrés Manuel López Obrador, en una de sus mañaneras revivió los recuerdos de Juan Gabriel, y queda a modo parte de la letra de su canción “No vale la pena”, cuando se lee: “…la intención es buena, nadie te lo quita, pero más yo quiero…”.
La intención de la Guardia Nacional es en sí misma es extraordinaria, nadie le quita el mérito, sin embargo, será una miseria para la necesidad tan grande en materia de inseguridad en México.
Del discurso del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, en la comparecencia ante Cámara de Senadores, se puede rescatar lo siguiente: “Una fría, desapasionada y objetiva evaluación nos lleva a la conclusión de que estamos frente a una crisis estructural de seguridad que trasciende responsabilidades sexenales, incluye a cada administración sexenal que nos ha precedido, pero las trasciende”.
Por eso, haciendo una fría, desapasionada y objetiva descripción de lo que pasa en México, se desprende que ‘es la misma gata, pero revolcada’, es decir, las administraciones que le preceden a Durazo Montaño movieron, cambiaron, agregaron, hicieron una serie de modificaciones de forma y de fondo, y nada modificó el rumbo galopante de la violencia e inseguridad en México.
Pueden traer el equipo táctico más sofisticado del mundo, invertir en cursos de capacitación y adiestramiento de la tropa, unir todas las fuerzas represoras de la federación, mezclarlas con el estado de fuerza de los estados y municipios, hacer un verdadero Frankenstein operativo y administrativo, pero se les olvida lo básico: la conducta delictiva surge de un cerebro enfermo.
La venta de esperanzas del gobierno y el apetito de bienestar de la sociedad, se conjugan para dar la bienvenida al platillo fuerte de AMLO, la Guardia Nacional.
Las discusiones de si es o no constitucional, si urgen o no las leyes secundarias y sus reglamentos, si el mando siempre fue militar y no civil, pasan a un segundo término cuando vemos los sanguinarios hechos delictivos en el territorio nacional.
El fracaso de la Guardia Nacional obedece a que será eficiente: pero no eficaz. La estadística será una fría, desapasionada y objetiva medición.