Por David Uriarte /
Quien iba pensar que la expulsión de la heces fecales fuera un indicados de salud mental. Es fácil entender que el estreñimiento, la diarrea, la flatulencia, la inflamación intestinal, el dolor abdominal o la enfermedad por reflujo gastroesofágico es indicador de daño o falla en el proceso digestivo, pero que se asocie con las emociones, es producto de las investigaciones recientes.
En el siglo pasado se logró entender en las investigaciones psicofisiológicas, que el tallo cerebral o cerebro primitivo, alberga el núcleo autónomo de la función intestinal, por eso, cuando la persona es víctima de emociones no placenteras o de conductas de riesgo. El sistema nervioso autónomo seca la saliva, disminuye el ácido gástrico, cierra los esfínteres o puertas musculares del tubo digestivo y paraliza su movilidad generando inflamación abdominal.
Hace ocho años, el Dr. Emeran Mayer, quien ha estudiado por cuarenta años las interacciones entre el cerebro y el resto del cuerpo, específicamente entre el cerebro y el intestino, encontró una asociación significativa entre el funcionamiento del intestino, los microbios del intestino llamados flora intestinal, y el cerebro.
Por eso, el estilo de vida asociado a los hábitos dietéticos es determinante en el estado emocional, incluso en las enfermedades degenerativas del cerebro.
En el mundo, el 44 por ciento de la diabetes, el 23 por ciento de las enfermedades isquémicas del corazón, y entre el 7 y el 40 por ciento de algunos cánceres, se pueden atribuir al sobrepeso o la obesidad.
Estudios recientes dejan en claro que los microbios propios de los intestinos, pueden influir en las emociones básicas, la respuesta al dolor y las relaciones sociales, incluso en muchas de las decisiones que tomamos.
Estas relaciones se dan a partir de las conexiones anatómicas entre el cerebro y el aparato digestivo, y la facilitan las señales de comunicación biológica transportadas por la sangre.
Ya sabemos que el 95 por ciento de la serotonina, neurotransmisor del estado de ánimo, se encuentra en el intestino, por eso, un examen rápido y honesto por parte de la persona en relación a sus hábitos de defecación, puede orientarla sobre su salud emocional. Estreñimiento y diarrea, lenguaje emocional.
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