Por David Uriarte /
Entre la educación formal e informal hay una escuela y un hogar de distancia. De las personas de éxito, algunas no concluyeron la educación básica, otras acumularon posdoctorados.
De las personas sociópatas, delincuentes o antisociales, algunas no concluyeron su educación básica, pero otros se formaron en instituciones educativas de prestigio y fama internacional.
Lo anterior nos remite a una reflexión obligada que se transforma en pregunta ¿es la educación la célula madre de progreso? Si la respuesta es sí, entonces ¿por qué existen delincuentes o sociópatas con títulos y grados académicos expedidos por instituciones educativas de prestigio? La respuesta pudiera estar en la diferencia entre educación y formación, mientras la escuela educa, el hogar forma.
Si el niño se educa bajo los principios rectores de los contenidos y técnicas necesarias para desarrollar sus habilidades e inteligencias, pero, además crece en un entorno familiar saludable, entonces amalgama las dos variables del progreso: educación y formación.
No existe país exento de las lacras sociales, aún las ciudades más seguras del mundo presentan esporádicamente eventos catastróficos cuya magnitud conmueve al mundo y sus habitantes sanos emocionalmente.
Sin duda, más allá del discurso que se apalanca en la educación y sus virtudes, la amalgama entre educación y formación es la vacuna que garantiza el camino del desarrollo humano; así lo afirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y así lo viven las sociedades más evolucionadas del mundo.
Invertir en educación es fortalecer uno de los pilares del progreso. Invertir en la formación integral de los niños, es cerrar la brecha ente el conocimiento y sus resultados; de nada o de poco sirve tener estudiantes muy preparados en cuestiones intelectuales, si no saben cómo aplicar los conocimientos en el bien común.
Preparar estudiantes con el “ego inflado”, “miopes” de las necesidades colectivas, es construir y fortalecer el muro de la desigualdad social que se vive en muchas partes del mundo. La educación integral es la célula madre del progreso y el desarrollo humano.