Por David Uriarte /
Entre más dificultad para ponerse de acuerdo, los humanos enfrentarán batallas sin sentido, será una guerra de egos como la guerra Rusia contra Ucrania, la de Israel contra Gaza, es decir, Putin quiere demostrar su poderío igual que el primer ministro Benjamín Netanyahu; no son las ciudades o las naciones las que se enfrentan, ni siquiera los ciudadanos, son sus líderes.
Lo mismo pasa en los conflictos interinstitucionales o en los conflictos internos de los gobiernos. La capacidad para negociar debe tomar en cuenta a los representados o gobernados dependiendo el caso, a veces los gobernados sufren las consecuencias para bien o para mal de las negociaciones de sus gobernantes, por ejemplo: los damnificados por el huracán Otis de Acapulco, son doblemente damnificados, primero por el fenómeno natural y después por la capacidad reducida de negociación de su gobernadora.
Los acuerdos surgen siempre de las diferencias, si no hay diferencias en todo caso podrían ser actos o conductas negligentes, la capacidad de construir acuerdos es habilidad de las personas negociadoras, de aquellas cuya personalidad es incluyente, personalidades activas, independientes, y centradas en las demás personas como objetivo social.
Hay gobernantes que para todo problema encuentran una solución en la negociación y en la construcción de acuerdos; los hay también que para toda solución encuentran otro problema y son prófugos de los acuerdos o consensos mayoritarios.
La capacidad para construir acuerdos se refiere a las personas no a las instituciones o a las investiduras, por eso, los acuerdos pueden ser el puente en la diferencia entre la pareja, la familia, los trabajadores, los patrones, los alumnos, los maestros, los gobernados, los gobernantes, los ricos, los pobres, en fin, la capacidad para construir acuerdos habla de habilidades negociadoras donde todos ganan.
Ganar-ganar es el paradigma de los equilibrios, ganar-perder es condición generadora de tensiones que con el tiempo cobran facturas muy caras, y perder-perder, es el presagio del desastre.
Los liderazgos sociales, políticos y partidistas, llevarán a buen puerto a sus vecinos, gobernados, o simpatizantes, siempre y cuando sean buenos en la construcción de acuerdos. Lo mismo ocurre en los liderazgos de pareja o de familia, son los acuerdos y las negociaciones la puerta de entrada a la funcionalidad.