Por David Uriarte /

Como cualquier efeméride, el Día Mundial del Cerebro sirve para recordar la importancia de un órgano vital, la inteligencia y la ignorancia reinan en el cerebro igual que la prudencia o la soberbia, es cuestión de un neurodesarrollo sano para tener un cerebro igual.

Los grandes descubrimientos, aportaciones al mundo de la ciencia y la tecnología, avances en el terreno de la medicina, innovación, filantropía, igual que las mentes genocidas, xenófobas, malditas, torturadoras, dolosas, homicidas, agresivas y violentas, todas proceden de un cerebro, no es el hígado o los riñones, ni el corazón, es el cerebro el órgano regulador de la conducta humana.

Los trastornos del neurodesarrollo son los primeros en aparecer, por eso, la importancia de un embarazo sano, planeado, cuidado, y deseado, después viene la mezcla de la genética de la madre y el padre, padres sanos, cerebro con mejor pronostico, padres enfermos hijos iguales o peores, y finalmente, el aprendizaje, los cerebros desde el inicio aprenden conductas y comportamientos familiares y sociales, el entorno es importante para los aprendizajes.

La personalidad depende de un cerebro construido por la mezcla biológica y psicológica de los padres, la enseñanza sigue siendo la base del aprendizaje, el ejemplo es el mejor condimento en el aprendizaje social, la niñez el mejor espacio para construir un cerebro funcional o disfuncional.

Una personalidad sana no garantiza un cerebro libre de trastornos mentales, en la actualidad, los diagnósticos tempranos de niños con autismo; déficit de atención, en la adolescencia; y la juventud se pueden detectar los esquizofrénicos, deprimidos, ansiosos, y toda la gama de enfermedades mentales que limitan la vida de desarrollo.

La felicidad se asocia a un cerebro sano, la ausencia de conciencia en trastornos mentales, dificulta el tratamiento más que el diagnóstico, de alguna manera, el enfermo mental defiende su enfermedad o disfunción al ver al mundo con los ojos de la enfermedad.

El Día Mundial del Cerebro, conmemorado el 22 de julio, es una oportunidad para reflexionar sobre la salud mental personal y social, las mentes criminales han logrado incrustarse en las distintas áreas del poder, logrando resultados por demás catastróficos, nada más basta recordar los campos de concentración, las guerras, los magnicidios, en fin.

Sólo hay que recordar una frase, “no hay mente sin cerebro”.