Por David Uriarte /          

El Día Mundial de la Salud Sexual se celebra el 4 de septiembre y tiene como objetivo concientizar sobre la importancia de una sexualidad sana, segura y libre de prejuicios.

La Asociación Mundial para la Salud Sexual (AMSS) estableció este día en 2010. La sexualidad es un aspecto fundamental del ser humano y debe ser un elemento de la salud sexual y reproductiva que sea informado, satisfactorio, saludable y sin riesgos.

Para muchas personas, lo relativo a la sexualidad sigue siendo sucio, cochino, y pecaminoso; la represión en temas asociados al placer es una constante cuando de sexualidad se habla, poco a poco, las nuevas generaciones han incorporado conocimiento científico basado en evidencias.

La salud sexual se refiere a todo, también a la genitalidad, educar en sexualidad requiere tener el conocimiento suficiente para desmitificar las ideas preconcebidas sobre temas como la homosexualidad, el aborto, la anticoncepción, la transexualidad, la infidelidad, la poligamia, las expresiones comportamentales de la sexualidad conocidas como parafilias; la maternidad, la anticoncepción, los trastornos del erotismo, la masturbación y todo aquello que se sale del convencionalismo social donde se ha aprendido a vivir bajo un esquema de una sexualidad reproductiva.

La maternidad se ejerce todos los días cuando existe, sin embargo, en México se festeja el diez de mayo, lo mismo sucede con la sexualidad, hay un día al año para recordarla y tomar conciencia de ella, aunque se ejerce en cada respiro de la vida, se tenga o no pareja, se tengan o no hijos, se tengan o no orgasmos.

La sexualidad tiene aristas biológicas, psicológicas, religiosas, y sociales, nadie se puede esconder de su genética, mucho menos de los traumas emocionales asociados a una sexualidad prófuga del placer.

Lo mismo ocurre cuando se habla de las creencias religiosas, más en un país como México donde el arraigo de las creencias y la fe, es un tema que no se discute, y si se hace es una discusión estéril que no va para ningún rumbo, las creencias se respetan, aunque se pague una factura muy cara en la salud sexual.

La educación que se recibía en el siglo pasado en materia de sexualidad, se basaba principalmente en reglas morales establecidas por una sociedad represiva, actualmente, la ciencia está quitando de los ojos la venda de la ignorancia.