Por David Uriarte /

Hace 28 años se instituyó el 20 de mayo como día del psicólogo en México, desde entonces, ese día es el mejor pretexto para recordar la profesión, al profesionista y sus alcances en la salud mental, la educación, las organizaciones y la sociedad en general.

Siempre ha existido la curiosidad social por los procesos psicológicos, al mismo tiempo, una reticencia a los mimos, la ignorancia propone un paradigma lógico, -nadie tiene que decirme lo que tengo que hacer-, por eso es muy socorrido.

La salud mental se puede medir por dos criterios: el respeto a la forma de pensar de los demás, y el grado suficiente de bienestar personal.

Las expresiones de enfermedad mental se asocian con la falta de respeto a las formas de ser y de pensare de los demás, y al grado de insatisfacción con la vida personal.

A veces, el grado de insatisfacción personal, genera la conducta problemática en la vida de relación, subsiste una especie de necesidad inconsciente de control y manipulación de la vida y conducta de los demás.

Hoy se puede reflexionar sobre dos temas importantes: los psicólogos y la psicología.

Los psicólogos son profesionistas de la conducta, criticados en gran medida por la ignorancia, es decir, hay quienes piensan en el psicólogo como un ejemplo de vida a seguir, eso es como creer que un oncólogo por el hecho de ser especialista en el diagnóstico y tratamiento del cáncer, jamás le dará o se enfermará de cáncer.

El psicólogo ante todo es humano, los aprendizajes del funcionamiento psicofisiológico no garantizan ni generan inmunidad total contra las adversidades de la historia personal del psicólogo.

La psicología como ciencia es una disciplina agarrada cada vez más de la biología, la medicina, la neurología, la psiquiatría, la endocrinología, y la inmunología, es el reducto de las funciones cognitivas, emocionales, impulsivas y de la vida de relación, la psicología estudia más que la conducta, su motivación y su origen.

Los psicólogos pertenecen a una clase de profesionistas incomprendidos, los confunden con magos, esperan de ellos milagros, piensan que son árbitros que decidirán quién está bien y quien está mal, buscan en ellos la solución a sus males causados por ellos mismos… buscan el psicólogo o la psicóloga, la garantía de su felicidad bajo pretexto de ir a consulta, algo así como querer bajar de peso sin dejar de comer.

 

Felicidades, hoy y siempre.