Por David Uriarte /
La condición humana está diseñada para disfrutar la vida, no para padecerla.
Si bien es cierto que gran parte de la población del mundo se ha convertido en resiliente, es decir, han adquirido la capacidad de adaptarse a situaciones adversas, como traumas, tragedias, amenazas o tensiones significativas, también es cierto que otra parte de la población se mantiene en una indefensión aprendida, esto significa que dan por hecho su incapacidad para enfrentar las adversidades.
Si la condición humana es para disfrutar, el sufrimiento es todo lo contrario, por eso, después de la tormenta donde el sufrimiento fue la constante, no necesariamente llega la paz y la tranquilidad, más bien lo que llega es el cansancio, producto de la tensión propia del sufrimiento y la zozobra personal y social.
El miedo es lo contrario a la felicidad, nadie puede ser feliz teniendo miedo a algo, o a alguien. El miedo percibido en estos días en algunos municipios de Sinaloa, es precisamente el miedo a perder la vida propia, la de algún familiar, o de alguien más.
El miedo no es exclusivo a perder la vida, también está el miedo a perder el patrimonio, el ingreso, la seguridad, en fin, cualquier pérdida se transforma en un duelo, a veces difícil de superar, por eso llega el cansancio.
Una sociedad cansada de sufrir es una sociedad herida, una bomba de tiempo, un recipiente lleno de explosivos que en cualquier momento puede detonar, poco a poco empiezan a verse los signos de inconformidad social, las redes sociales son un instrumento de medición tanto de la alegría como de la tristeza social, de la aceptación y de la negación de las políticas públicas, las redes sociales se han convertido en un termómetro que mide la temperatura emocional colectiva.
Después de la tormenta llega el cansancio, y una sociedad cansada es como un tropel que arrasa cualquier cosa incluyendo a sus autoridades.
Destruir la paz y la tranquilidad social es cuestión de horas; reconstruir el tejido social, levantar los ánimos colectivos, sacar de la conciencia la percepción del miedo, las emociones negativas, el sufrimiento residual, y el cansancio emocional, puede ser cuestión de meses o años.
Los niños, los padres de familia, los maestros, los comerciantes, los trabajadores, la sociedad en general, padecen en mayor o menor grado, un cansancio mental, el tratamiento consiste en una dosis de seguridad.