Por David Uriarte / 

La muerte es inevitable, la esperanza de vida también, todas o casi todas las personas saben que tarde o temprano se desconecta la energía de la vida y aparece la obscuridad de la muerte o la luz esperanzadora de una vida eterna según la creencia de cada uno.

El resumen o la categorización de los grupos que se forman en la puerta de la muerte anticipada son: los tontos, los pobres y los enfermos.

¿Por qué los tontos? Porque tienen una inteligencia reducida, porque su entendimiento está rebasado por creencias fantasiosas, míticas, incluso religiosas o espirituales. Tonto no significa retrasado mental, si ese fuese el caso su categoría sería ‘enfermo’; la acepción de tonto se refiere a tener creencias cuyo fundamento carece de certeza científica.

¿Por qué lo pobres? La respuesta es obvia, si tienes suficiente dinero para enfrentar cualquier contingencia, el abanico de oportunidades se robustece, el acceso a la ciencia y la tecnología cuesta: la industria farmacéutica tiene productos en anaqueles Premium, sólo para pacientes VIP; los mejores hospitales del mundo no se caracterizan precisamente por tener políticas samaritanas.

¿Por qué los enfermos? Porque son terreno fértil para la evolución rápida de otras enfermedades. Si el coronavirus se ensaña en las personas obesas, diabéticas, hipertensas, o con enfermedades del sistema inmunológico o autoinmunes, la letalidad aumenta. México tiene una población salpicada por viejos, obesos, hipertensos, diabéticos e inmunocomprometidos, si a esta realidad se le agrega el tónico de la pobreza, el resultado es el que estamos viendo en la pandemia: contagiados y muertos.

Los discursos y las descripciones estadísticas no modifican la realidad, lo único que la modifica es la inteligencia, el dinero y la salud. La inteligencia es una potencialidad que se puede promover siempre que la persona lo permita, recordemos que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. El dinero es un instrumento alejado de los merecimientos sociales, y en manos de los expertos en la negociación; y la salud es lo mejor de la vida. Falta de inteligencia, falta de dinero y falta de salud: el cóctel de la muerte.