Por David Uriarte /
Las conductas de los delincuentes y de los manipulados se parecen, la gran diferencia es el grado de conciencia y el grado de culpa. Los delincuentes no sienten culpa y los manipulados no se dan cuenta, es decir, tienen un grado bajo de conciencia de ser utilizados.
En las campañas políticas como en muchos negocios donde el poder y el dinero están al final del proceso, los ayudantes se pueden dividir en tres grupos: los delincuentes, los manipulados, y los necesitados.
Los delincuentes hacen falta para tareas específicas que no cualquier persona puede y quiere hacer: intimidar a la competencia, destruir propaganda, obstruir el sano desempeño de los adversarios, amenazar… Conductas que se mueven en un amplio espectro, desde la verbalización de contenido violento y agresivo, hasta conductas clasificadas como delitos en distintos códigos.
Los manipulados, son personas que siguen creyendo en la democracia, en la buena fe, en la buena voluntad, en los valores como el respeto, la honestidad, la solidaridad, son simpatizantes de los proyectos y la ideología del partido en el que militan o de los candidatos o candidatas que apoyan, son personas cuyo interés se reduce al triunfo electoral sin miras o pretensiones personales, se conforman con la foto y la amistad del o la candidata, incluso como se dice coloquialmente “le meten bolsa al proyecto”.
Los necesitados, es otro grupo que sólo busca un salario, se contratan por jornadas o por obras determinadas, cumplen tareas muy específicas sin que esto signifique necesariamente una ideología o identificación partidista o política con el candidato, sólo quieren llevar el pan a su familia, necesitan el trabajo como fuente de alimentación personal o familiar. A veces ni conocen ni saben de qué se trata, sólo cumplen órdenes y tareas específicas dentro de la parafernalia de una campaña política.
Con los manipulados y los necesitados basta para sacar la tarea máxima de tres meses, sin embargo, las conductas delictivas tocan el terreno de la táctica por varios flancos, desde la parte financiera y contable, hasta la intimidación de la competencia por cualquier vía. El trabajo tiene que ser quirúrgico y transparente, lo que cuenta son los resultados; tiene que inducir la espontaneidad del candidato(a) para bajarse de la contienda o, -nadar de muertito-, hasta que termine el proceso.
Parece parte de un cuento o novela.