Por David Uriarte /

Una de las mejores etapas para muchos electores son los tiempos de campañas políticas oficiales y extraoficiales.

Las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), refieren un 48.8% de población con ingreso inferior a la línea de pobreza, y un 16.8% de población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos, esto suma un 65.6% de mexicanos pobres y extremadamente pobres; esta es la población que está sedienta de los ciclos electorales, de las campañas políticas donde los asesores les siguen diciendo a los aspirantes que el reparto de despensas es la vía para conseguir el voto.

Sólo la ingenuidad puede concebir la idea que los electores están esperando el mejor discurso o la mejor propuesta, están esperando la mejor despensa, los mejores recuerdos de campaña: gorras, camisetas, balones, abanicos, escobas, desinfectantes, trapeadores, cubetas, y todo aquello que pueda satisfacer la inmediatez de su necesidad básica.

Lo que no puede faltar es la foto, que la mano derecha sepa lo que hizo la mano izquierda, es decir, que se publique, se difunda, se sepa de la buena voluntad del hombre o la mujer que se promueve a través de actos dadivosos que mitigan la pobreza de su población objetivo.

Estadísticamente, más de la mitad de la población mexicana vive en el piso de la pobreza, sin embargo, una cosa es ser pobre y otra cosa es ser ignorante.

Los mexicanos que reciben las visitas samaritanas en vísperas de los espacios electorales, están motivados por la época, quisieran que las elecciones fueran cada seis meses… recibir las visitas de los perfumados, acompañados de un séquito de creyentes contratados para la toma de la mejor imagen, esa imagen que venda el rostro del próximo presidente municipal, diputado o gobernador.

Difundir las acciones de ayuda a la población vulnerable, es el primer capítulo de la novela “Rumbo al éxito político”, por eso, a partir de estas fechas, las redes sociales y los medios tradicionales inundarán la conciencia de la ‘población objetivo’ con imágenes, audios y videos de la cara bondadosa de los aspirantes. Pero ¿de qué se ríen los electores?