Por David Uriarte /
No siempre las cosas coinciden con las historias épicas, bíblicas, o anecdóticas, la relación bilateral entre México y Estados Unidos siempre ha sido en el fondo tensa, en la superficie políticamente tolerada.
Desde que México perdió gran parte de su territorio, existe un sentimiento de pérdida emocional entre los mexicanos y un sentimiento de grandeza entre los americanos, el silencio sobre el tema es la tapa del problema que enfrentan históricamente dos naciones equiparables a David Y Goliat.
Por supuesto que los mexicanos siguen esperando que David derrumbe al gigante Goliat, cosa que por el momento tendrá que esperar, casi de todo el mundo recorren el camino rumbo a los Estados Unidos en busca del famoso sueño americano, aunque en su destino encuentran una pesadilla.
Si tanto se quejan de los Estados Unidos ¿por qué y para qué arriesgan su integridad y su vida? Es obvio que los dólares le resuelven la vida a millones de inmigrantes que por generaciones han buscado, trabajar, vivir y morir en la tierra del gigante Goliat.
Los embajadores de Estados Unidos en México, siempre han generado polémica, en el caso de Ken Salazar, se había tardado en confrontar las políticas públicas de México, de manera evidente, al socializar por escrito la manera de pensar de su país en relación a un tema tan controvertido como la reforma al poder judicial.
El embajador Salazar lo hace en un momento crucial del gobierno de López Obrador, a pocas semanas de entregar el poder a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo; el que se va no quiere dejar problemas y la que llega no los quiere recibir, basta con la tensa calma que existe en el país como para echarle más gasolina al fuego.
Ken Salazar no se manda sólo, por eso cobra más importancia su declaración, cuando Estados Unidos está en pleno proceso electoral, el pataleo de los mexicanos o de una parte de los mexicanos, son gritos en el desierto, ellos están impuesto a establecer por dónde deben caminar las relaciones con su vecino de la frontera Sur.
El tema de la reforma al poder judicial, puede ser la ficha que no encaje en la transición aterciopelada que se esperaba, esta pieza puede ser el desfiguro en el rompecabezas de la transición.
Sólo en la historia bíblica David le ganó a Goliat, en las confrontaciones con Estados Unidos, el gigante siempre establece las condiciones de cualquier juego.