Por David Uriarte /

El proceso jurídico donde se enfrentan dos instituciones fuertes, resulta un festín para muchos, un carnaval donde algunos esperan que corra sangre, una fiesta distractora para fines partidistas, una oportunidad para las revanchas políticas, un enfrentamiento o complicidad entre los poderes, una exhibición de poder por una de las partes, en fin, los conflictos litigiosos de cierta magnitud, siempre tendrán aristas inexplorables por obvias razones, entre ellas están los daños colaterales.

Hay personas por ambos lados de los conflictos, que nada tienen que ver con su origen, que son atropellados por la inercia del mismo proceso legal, personas que terminan señaladas, separadas de su cargo, o en su caso, personas que son recompensadas por sus méritos en el cumplimiento de su deber, que son los menos.

Los daños colaterales de los conflictos interinstitucionales, representan la secuela del poder en cualquiera de sus expresiones, ya sea poder político o económico, incluyendo la intromisión de los poderes facticos.

La sociedad también es víctima de los daños colaterales en estos casos, una sociedad que ve desde la ventana informativa diaria, el desempeño institucional y el grado de sometimiento legal utilizado para postergar el final, es una sociedad que sufre daños colaterales en tanto su paz y tranquilidad se ve mermada.

La economía como daño colateral también es materia de análisis, la incertidumbre generada por los conflictos cuyas dimensiones sobrepasan los meses y los años, mantienen a la sociedad y a los empresarios con un dialogo interno de zozobra, con la esperanza desgastada por la cronicidad de los conflictos que salpican a todos.

La imagen territorial también se ve desgastada en los conflictos de alta gama, el solo hecho de nombrar ciertos territorios, construye una imagen mental de sus habitantes y sus gobiernos, es como cerrar los ojos y escuchar la palabra Hitler, Putin, Tump, Biden, cualquier nombre que adjunta imágenes significativas en la historia de la humanidad, de ese tamaño son los daños colaterales que a veces no se ven en la inmediatez, pero se sufren en la conciencia y los recuerdos sociales.

Los daños colaterales no se reducen a daños económicos o patrimoniales, se extienden en la memoria y la historia de los lugares, los gobiernos, y los territorios donde se dieron los hechos a veces lamentables.