Por David Uriarte /
Los estudiosos de las políticas públicas consideran de vital importancia el equilibrio entre los poderes; el sobrepeso del ejecutivo, del legislativo, o del judicial, inclinará la balanza de la democracia, la justicia y los derechos humanos.
Un gobernante autoritario que busque subyugar a los demás poderes, tarde o temprano será juzgado por la historia como un tirano; un poder judicial subyugado o secuestrado por el ejecutivo, es un poder mutilado, un dependiente que pierde su esencia e hipoteca su autonomía y credibilidad poniendo la justicia de rodillas.
El poder legislativo es tan importante como el judicial o el ejecutivo; hacer leyes y normas para la sana convivencia de una sociedad cuya evolución es vertiginosa, representa más que un esfuerzo, una tarea multimodal.
El legislador debe observar los intereses supremos del ser humano, proteger y garantizar las libertades propias de la sociedad, dando paso a la norma jurídica que habrá de observarse por todos, principalmente por el poder judicial.
Las legislaturas estatales tienen en sus diputados la representación social y territorial equilibrada, distribuyen la protección entre sus representados al ser receptores de las necesidades sociales en materia de norma jurídica.
Por otra parte, son vigilantes de los procesos de elección de ciertos órganos autónomos como la Fiscalía, la Auditoria Superior del Estado y otras entidades garantes del acceso a la información; también son de alguna manera tribunal en el dictamen de ciertos procedimientos administrativos del poder ejecutivo como pensiones y/o jubilaciones; asimismo rescatan los posibles vacíos de poder ante muertes, renuncias, o imprevistos de los titulares del poder ejecutivo o del gobierno bajo ciertas circunstancias previstas por la ley.
Tal vez una tarea pendiente de los representantes populares es regresar a su territorio, salirse de la comodidad de las oficinas donde despachan y volver a sudar la camiseta como parte de una cultura legislativa que debe permear más en los electores.
La legislatura es la suma de los vectores políticos de todas las expresiones partidistas, unas más y unas menos pero finalmente tienen su representación, una ventana de oportunidad para fortalecer con su trabajo legislativo su presencia en la mente de los electores.
Así como se llevan programas sociales a la población, así hay que promover la cultura legislativa.