Por David Uriarte /

La política es como la religión, siempre hay un dogma de fe y creencias. Hay quienes se mueren creyendo en algo o en alguien, otros cambian de opinión cada tres o seis años dependiendo sus intereses.

En el caso Héctor Melesio Cuén Ojeda, poco a poco se ha ganado el respeto de unos, el reconocimiento de otros, y por supuesto, también tiene sus detractores y adversarios políticos, unos no le perdonan su crecimiento o consolidación política, otros no le perdonan sus decisiones en las alianzas político electorales.

No todo ha sido miel sobre hojuelas para el actual Secretario de Salud en Sinaloa, ha enfrentado demandas de todo tipo, de empresario a político es un salto que lo puso en los ojos del escrutinio social; aunque sus empresas están consolidadas y tiene una que es única en su giro por tratarse de medicina nuclear en el noroeste, Cuén mantiene su rumbo bien definido en esta etapa de su vida.

Cosas de la vida o el destino, pero volvieron a encontrarse universitarios que en su tiempo pudieron tener diferencias políticas o fricciones que desembocaron en demandas civiles o penales, pero hoy trabajan en un mismo proyecto y con un mismo jefe político.

No es por ingenuo o por dinero que Cuén aceptó un trabajo en el gabinete del Doctor Rocha donde un buen porcentaje de compañeros son universitarios contemporáneos, después de años de diferencias o tensiones políticas o ideológicas, hoy se tienen que dar las mano y jalar para el mismo rumbo.

Son muchos los que afirman el desperdicio de tiempo de Cuén como servidor público cuando su liderazgo lo reclaman las huestes del Partido Sinaloense; otros entienden el movimiento estratégico del líder del PAS al incursionar en tareas del servicio público como la salud de los sinaloenses.

Mientras los analistas políticos divergen en sus opiniones, Cuén sigue trabajando a su ritmo… Le tocó un momento difícil por la pandemia y sus efectos, la logística de las vacunas, los equipamientos deteriorados en los hospitales, el desabasto de medicamentos, y la crisis en la nómina donde convergen intereses legítimos de los trabajadores e intereses legítimos de los grupos sindicales, tema en los que Cuén se maneja como lisa enjabonada.