En su libro “Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”, Deepak Chopra (médico, escritor y conferencista) hace referencia a una información que los fisiólogos saben desde hace más de setenta años: que los animales sometidos a estrés envejecen con mucha rapidez, sólo basta con poner a un ratón en una parrilla eléctrica y aplicarle ligeras descargas para que al cabo de unos días muera, no se necesita elevar la potencia de las descargas, simplemente aplicándole descargas leves a intervalos irregulares despertará la reacción del ratón al estrés y cada vez que esto sucede el cuerpo se descompone un poquito, se acaba un poquito y envejece un poquito.

Entonces, reflexionemos… si las descargas eléctricas eran tan leves ¿cuál es la verdadera causa de que el ratón muera? La respuesta es la reacción del ratón frente a la situación. De manera análoga los seres humanos somos animales superiores que vivimos constantemente soportando y reaccionando a las tensiones que la vida diaria nos impone (las descargas eléctricas en el ratón) tanto en la familia, el trabajo, las cuestiones económicas, situaciones de salud, e imprevistos de todo tipo que nunca fallan y que en la mayoría de los casos debemos afrontar.

Se sabe que biológicamente los seres humanos nos estresamos, es decir, de manera natural ante determinados hechos que amenazan nuestro bienestar o sobrevivencia respondemos con estrés lo cual es una capacidad que todas las especies animales poseemos, ya que el cerebro libera sustancias en la sangre que permiten salvaguardarnos, luchar o huir.

Sin embargo, a diferencia de los perros y los gatos, las personas hemos aprendido a acarrear estrés a propósito a nuestras vidas cuando compramos más de lo que podemos pagar, cuando nos exigimos hacer más de lo que se puede (por lo menos en ese momento), cuando somos rígidos ante los cambios que marca la vida y cuando queremos controlarlo todo.

Pero lo peor no es tener todas estas complicaciones diarias, lo peor es como las afrontamos, como reaccionamos ante ellas, y es que volviendo al ejemplo del ratón… fue precisamente su reacción a la situación estresante de las descargas eléctricas la que lo llevo a deteriorarse; entonces, ¿de qué depende que reaccionemos como lo hacemos? La respuesta es de la interpretación que le damos a los hechos.

Y es que la manera en que cada uno filtra o interpreta los acontecimientos estresantes, según sus creencias o ideas, determinará completamente el grado en que me va a producir tensión física y mental.

Y cuando el cuerpo se habitúa a estar reaccionando constantemente al estrés, no tiene tiempo para reponerse lo que provoca que su resistencia se vaya minando (igual que el ratón) siendo la puerta de entrada para la fatiga, la apatía, el desgano, enfermedades físicas y mentales, entre otras cuestiones.

Valdría la pena preguntarse entonces, ¿qué hábitos de pensamiento tengo que condicionan mi reacción al estrés? Y ojo, los pensamientos se forman a partir de las creencias.