Por David Uriarte /

 

Validez y confiabilidad estadística son los cimientos de la veracidad cuando de metodología se trata. Las encuestas posicionan a Sinaloa y su Gobernador en primer lugar nacional en temas de economía, corrupción, y escenarios electorales, sin embargo, la realidad y la percepción tienen vidas paralelas, mientras las encuestas venden una percepción de terciopelo, la realidad vende una percepción diferente.

Mientras nos informan de los avances en materia de atención a la niñez e infraestructura de primer mundo, en Culiacán por Ciudades Hermanas, intentan levantar a un joven y al no lograr su objetivo, lo privan de la vida, y como ocurre en muchos casos, la escena es video grabada por automovilistas que capturan imágenes reveladoras de las características de los agresores y del hecho.

Antenoche en la sucursal bancaria de Dr. Mora y Eucaliptos en la colonia La Campiña, alguno o algunos individuos con armas de postas, dañaron los cristales de los cajeros automáticos; el asunto va más allá de los daños materiales, lo verdaderamente significativo es el origen de la conducta sociopática, ¿cómo es que hombres entre 17 y 29 años, cometen más del 50% de los hechos delictivos y violentos en México? Mientras existan estos hijos cuyos padres son invisibles, no habrá programa o proyecto de políticas públicas, o régimen administrativo que pueda dar buenas cuentas a la sociedad.

Las encuestas y los encuestadores a veces corren la misma suerte que el mensaje y el mensajero, si el mensaje no gusta el regañado es el mensajero. Las encuestas de opinión que comparan ciertas variables de los políticos muestran una de dos cosas: la realidad o el sesgo de la realidad.

En la actualidad, manipular los resultados es contraproducente, tarde o temprano el encuestador será evidenciado y el producto ofrecido a la opinión pública será cuestionado y exhibido. A veces, las encuestas revelan carencias y áreas de oportunidad para los responsables de la administración pública, por ejemplo, la percepción de inseguridad sigue siendo una gran oportunidad para re-direccionar el quehacer político más allá del discurso.