Por David Uriarte /
Hay conductas difíciles de etiquetar o nombrar, por ejemplo, cuando se tiene la evidencia en frente y el señalado o cuestionado le cambia de nombre a las cosas o simplemente no acepta la realidad ¿Cómo se le llama a eso?
Esta conducta evasiva desemboca en otra, es decir, hay un automatismo similar al mentiroso, sin embargo, estas personas no se clasifican como mentirosas en tanto aceptan la realidad sólo que la matizan cambiándole de nombre, minimizándola, o utilizándola como un comparativo de otras realidades surgidas en el pasado a personajes con similar responsabilidad.
Esta conducta difícil de clasificar por la ciencia de la conducta, o sea por la psicología, es frecuente en la esfera de la política, algunos políticos la utilizan como una forma de vender su inteligencia o desempeño en la administración pública donde la honestidad es el jabón que limpia las culpas.
Ver o escuchar a un político que acepte la diferencia numérica en su contra o la diferencia cualitativa que le desfavorece, es cosa poco común, cuando se les cuestiona con la fuerza de la razón en mano, siempre encuentran la forma de construir una narrativa que desvirtúa la realidad y tiende a fortalecer una percepción social distinta, como apósito de la descomposición evidente.
Son famosas las formas de tratar de cambiar la percepción, basta recordar aquella pregunta que se le hizo a un mandatario sobre las inundaciones de una obra emblemática de su gobierno y contesta a bote pronto con “no es inundación, es encharcamiento”, como si alguien dijera cuando se habla de muertes violentes, “no es homicidio, es la perdida de la vida”, así de fácil se desmancha la culpa y así de fácil se trata de construir otra percepción.
Si tú fueras un político y te preguntaran sobre el Sistema de Salud en México, conociendo la realidad y dimensionando las deficiencias operativas, ¿Cómo contestarías a la pregunta de los derechohabientes? ¿Qué todo está bien? ¿Qué antes estaba peor y se robaban las cosas? ¿Qué antes había más corrupción?
Cuál de las respuestas dejaría satisfecha a una madre con un hijo con cáncer, o a un paciente artrítico que necesita su medicamente cada mes y en la farmacia le avisan que simplemente no hay el medicamento, pero en cuanto llegue le avisan, mientras tanto, la salud del niño con leucemia se deteriora y los dolores del artrítico se agudizan.
Por eso no eres político.