Por David Uriarte /
La confianza es el gancho que atrapa la voluntad de los votantes hoy y siempre, cualquier candidato puede ser inteligente, con buen discurso, con estudios en el extranjero, buen tecnócrata o de oficio político, pero será la confianza que se construya entre él y los electores, lo que incline la balanza de la intención del voto a su favor.
Confiar es un acto de voluntad impregnado por la crianza del humano, en otras palabras, la confianza solo se expresa cuando la actitud de la otra persona se parece a las experiencias primarias, aquellas vividas en la niñez, en la etapa donde incluso la memoria racional no tiene registro, pero la memoria emocional sí.
Muchos se preguntan ¿Cómo es que llego al poder tal o cual persona? Hay que recordar algo básico en la conducta humana: las emociones, los candidatos podrán inundar de razones a sus electores, pero si no logran emocionarlos, la voluntad tomará cualquier rumbo, menos el esperado por el candidato de las razones.
¿Cómo se construye la confianza? No existe una receta de cocina o una lista de acciones para construir confianza entre un aspirante a cualquier puesto de elección popular, y los electores. Lo primero que debe considerar desde el punto de vista psicológico cualquier aspirante, son las expectativas o necesidades de los votantes, priorizar el rosario de peticiones, valorar lo viable de lo no viable, y establecer compromisos medibles como parte de los acuerdos o negociaciones.
Los votantes siempre tienen esperanza de mejorar su calidad de vida, cuando la esperanza se mezcla con la confianza, aparece el compromiso, es el compromiso el combustible que detona la acción, en este caso, el voto.
Cuando la sociedad está cansada de traiciones, incumplimientos, manipulaciones, o abandonos cíclicos de candidatos que al llegar al poder se les olvida el origen de su triunfo, entonces aparece la desconfianza y a veces la paranoia, miedo a volver a ser utilizados, por eso la apatía prevalece y se ve reflejada en el porcentaje de ciudadanos que acuden a las urnas a votar.
Todos los contendientes a puestos de elección por voto tendrán que aprender a construir confianza entre ellos y sus electores, de otra manera, quedarán en el intento haciéndose preguntas como estas ¿Cómo es posible que voten por alguien que no es mejor que yo? ¿Por qué en la campaña me dijeron que sí, y en las urnas que no? Por la confianza.