Por David Uriarte /

“Los pleitos ni ganados son buenos” reza el refrán, derivado de la crisis de seguridad hace una semana en Culiacán, los responsables de la seguridad pública comparecen ante la sociedad con su trabajo.

Mientras el teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo fue ratificado en su puesto como secretario de Seguridad Pública Estatal, el coronel de infantería Mauricio García Rodríguez, fue designado nuevo secretario de Seguridad Pública en Culiacán, ambos militares saben y conocen la diferencia del trabajo eminentemente castrense con el trabajo civil.

Entre bomberos no se pisan la manguera, y entre militares no se subordinan, por eso, los secretarios, uno del estado y otro del municipio, mantienen una distancia prudente por su grado militar, mientras el Secretario del Municipio es de mayor rango, el Secretario del Estado no tiene mucha opción.

Al margen de los grados militares o cargos federales, estatales o municipales, lo que importa es la eficacia y la competencia… lo que importa es si están cumpliendo con su deber. Deber tan sensible que tiene que ver con la seguridad pública del estado en general y del municipio en particular.

El reparto de culpas no resuelve ni la crisis ni la seguridad en sí misma, lo que se ve es ‘la punta del iceberg’. Una sociedad sui generis como la nuestra, requiere mucho más que explicaciones técnicas o jurisdiccionales, requiere resultados positivos, entendido como tal, la seguridad de la vida, de los bienes y la paz social.

La competencia de las corporaciones encargadas de la seguridad pública incluyendo sus mandos administrativos y operativos, tiene que ver con la estadística, todo se mide por resultados.

De nada sirven justificaciones estériles que sólo le abonan a la simulación, se requieren acciones que disuadan la conducta delictiva no importa la clasificación del delito o si es falta administrativa; se necesita promover y construir la percepción de seguridad ante la presencia policíaca y seguridad ante su ausencia.

La seguridad debe ser como una calle transitable, sin obstáculos o sobresaltos… quienes deben emparejar el suelo de esa calle son las autoridades que reciben un sueldo de los gobernados.