Actualmente experimentamos brechas generacionales en las cuales el adulto joven debido a sus circunstancias de vida delega la crianza de su(s) hijo(s) a sus padres (la abuela y/o el abuelo de su hijo) y sí, esto es algo hermoso, pero a la vez puede ser riesgoso. Pues existe el ‘efecto cascada’ respecto a los miedos y patrones de conducta que han sido impuestos de generación en generación, una secuencia que podría fortalecerse en el menor en lugar de cortar con ésta.
Muchos hijos manipulan a sus padres(abuelos) con la excusa de que disfruten a sus nietos, pero los abuelos ya fueron padres, a ellos no les corresponde cuidar a las “bendiciones” aunque sí lo hacen con la mejor intención y con amor, pero es ahí donde está el detalle. Por eso, observamos niños de 11 años que ya tienen enterrada su esencia, está cubierta por los hábitos alimenticios de sus abuelos, cubierta por el lenguaje hablado y corporal de sus abuelos, niñas moviéndose como “doñas” usando palabras y expresiones de los abuelos… ¿Qué pasará con ese joven cuando despierte y se dé cuenta de que él no es él? Que sus miedos no son de él, sus juicios tampoco y que ese sobrepeso ha sido también inyectado por la crianza de amor y sobreprotección desmedida y no supervisada por los padres.
Se viene un tsunami de adolescentes sin motivación, sin rumbo, sin alma encendida, depresivos. Y esto, es debido a que gran índice de ‘padres nuevos’ en lugar de querer incrementar y transmutar la energía de sus hijos desean verlos apagados, en celulares y tabletas, en lugar de estimular el aprendizaje de sus hijos a temprana edad y a temprana hora. Sacarlos a la naturaleza, abrirnos al nuevo sistema educativo que no tiene 4 paredes, que es la naturaleza, empatía por el planeta… jugar con nuestros niños en lugar de comprarles juegos.
Tenemos niños nuevos, energías nuevas, nuevos líderes, nuevos pensadores, nuevos artistas, nuevos deportistas, siendo frenados por sus propios padres debido a la confusión que este sistema capitalista a infiltrado en nuestra mente. “Dinero, dinero, dinero… Tengo que darle cosas a mi hijo… lo que nunca tuve”. Y ahí se esfuma la labor de ‘sanación’, de ‘recuperación’ que tenemos que hacer con nuestros hijos en su infancia. Confundiéndonos, creyendo que es DINERO y COSAS lo que piden, cuando es AMOR Y JUEGO lo que ellos necesitan.
Debemos ayudar a nuestras niñas y niños a trabajar y encarar el miedo, pero no sentenciando: “te va a morder el perro”, “te vas a caer”, “come más estás muy flaco”, “no andes descalzo”, “no te ensucies” … ¿De dónde vienen estas palabras? Y peor aún, ¿Dónde se almacenan directamente? ¡Exacto!, en la mente de nuestros niños.
Necesitamos un plan de rescate para estas nuevas generaciones que están siendo cubiertas con mantos falsos de amor, mejor dicho, de ‘sobreprotección’, y parte de la misma inconsciencia de la actual sociedad que pareciera que está actuando al revés. Ahora sí, ¿Cómo jugarán los niños? Dicen que dejamos de jugar porque envejecemos pero más bien envejecemos porque dejamos de jugar.