Por David Uriarte /

De lo sublime a lo ridículo hay una línea imperceptible, en tiempos de miedo colectivo, las diversas reacciones son propias de una sociedad plural y diversa.

Sinaloa es territorio de contrastes, gente trabajadora, el granero de México, exportador de hortalizas a los Estados Unidos, y también, un lugar marcado por la historia en materia de narcotráfico. Desde antes de la operación cóndor en 1976, cuando el General Félix Galván López, fue el secretario de la Defensa Nacional, en el gobierno de López Portillo.

Corridos, películas, series televisivas, y mitos, encierran la cultura sinaloense, más que escándalos, se focalizan enfrentamientos de dos tipos: tipo uno, entre grupos criminales; tipo dos, entre grupos criminales y las fuerzas del orden.

En los enfrentamientos tipo uno, el despliegue de fuego es impredecible como impredecible son las rutas y lugares del encuentro fatal, sin embargo, todo o casi todo es por vía terrestre. En los enfrentamientos tipo dos, la artillería de las fuerzas del orden se fortalece con la sinergia de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Marina, la Guardia Nacional, y las policías locales estatales o municipales; la vía terrestre es el inicio y la vía aérea es el complemento, dando la ventaja táctica al gobierno.

No importa el tipo de enfrentamiento, lo que importa es evitar los daños colaterales, la muerte de inocentes, finalmente, el miedo se apodera de la población por no haber obviamente una agenda de los enfrentamientos.

Los sinaloenses acumulan potencialidades ancestrales en materia de mecanismos de defensa psicoemocional, hay un espectro tan amplio que va desde la broma y el festejo, hasta el toque de queda auto programado, aquellas personas que deciden resguardarse en su domicilio a temprana hora, otras de manera temeraria deambulan en sus vehículos con la idea muy clara de que “el que nada debe, nada teme”.

Las redes sociales se convierten en la herramienta y el vehículo para informar, desinformar, promover la paz, promover el miedo, dar información confiable, inventar enfrentamientos, hacer chistes de las condiciones de miedo… en fin, son variadas las formas de abordar la realidad.

Muchas son las formas de ayudar, por ejemplo, dejar de promover o difundir información falsa, catastrófica, o alarmista; otra es, guardar silencio y tomar las debidas precauciones, si puede ayudar psicológicamente, hágalo.