Por David Uriarte /

Actuar de manera civilizada requiere el uso de las funciones ejecutivas del cerebro, la parte más evolucionada del humano, la corteza prefrontal.

Una cosa es apasionarse de la razón y la verdad como único camino de la conducta, y otra cosa es respetar las diferencias, entender que tu razón y tu verdad es producto de tus intereses, legítimos o no… Pero son tus intereses bañados por las convicciones convertidas en combustible que mueve pensamiento, ideas, y acciones.

No es en la descalificación, mucho menos en la agresión física o verbal como se avanza en un proceso democrático partidista, es con tolerancia, flexibilidad, pero sobre todo con empatía afectiva, entendiendo que exactamente lo mismo que subyace en un discurso, subyace en otro, el interés por perpetuarse en el poder, conseguirlo, o depositarlo en la persona “indicada”.

Los primeros conatos de violencia entre miembros y simpatizantes de MORENA, dan cuenta de la pasión por el poder, diputados locales, federales, senadores, gobernadores, presidentes municipales, funcionarios de alto nivel, líderes naturales o institucionales, están mostrando interés marcado por uno u otro, una u otra de las cartas fuertes del Presidente para la sucesión presidencial dentro de dos años.

Es válido el interés particular de cada simpatizante con relación a los atributos de su candidato(a) para gobernar o suceder a AMLO en el poder, pero también es válida la prudencia, la conexión entre los pensamientos, las emociones y los impulsos, no se puede dar rienda suelta a las pasiones desmedidas, impregnadas por intereses grupales que dejan de lado el interés supremo del país; su gobernabilidad.

Poco a poco, empiezan a subir de tono las confrontaciones internas, quienes simpatizan con Claudia Sheinbaum, están haciendo un trabajo espectacular; lo mismo está pasando con las simpatías del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón.

La civilidad política debe prevalecer entre la clase política en general, especialmente entre los morenistas, nunca es buen momento para la denostación, mucho menos para la descalificación entre iguales, si verdaderamente quieren mostrar unidad a la sociedad, lo primero que tienen que hacer es respetarse entre ellos mismos.

El poder y el dinero pueden corroer conciencias y virtudes.