Por David Uriarte /
¿Quién es responsable de la violencia familiar? Aunque la respuesta es obvia, hay que resaltarlo, cada persona es responsable de sus actos u omisiones, la libertad para abrazar o lastimar, depende de las motivaciones personales, la libertad para abrazar depende de un cerebro sano que aprendió a demostrar afecto a los demás, la libertad para lastimar a otros -familiares o no- depende de un cerebro enfermo que no controla los impulsos, y cuyas motivaciones están en un ego lastimado que necesita sanar mediante un proceso psicoterapéutico, y a veces farmacológico.
En Sinaloa según los datos que ofrece la Coordinación General del Consejo Estatal de Seguridad Pública, el rubro de la violencia familiar creció de manera imparable al 393%, en los últimos doce años, en el gobierno de Mario López Valdez y Quirino Ordaz Coppel.
Ejercicio estéril resulta saber cuántos millones de pesos se invirtieron en doce años en programas relativos a la seguridad pública del estado y los municipios, o preguntar cuáles fueron las acciones específicas del sistema DIF, o en su momento ISMUJERES, hoy transformado en Secretaría de las Mujeres; lo mismo se le puede preguntar al Consejo Estatal para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar (CEPAVIF), a los Centros de Integración Juvenil, y a todas las instituciones gubernamentales o de la sociedad civil cuyos recursos se aplican a personal que opera programas preventivos.
Lo evidente es la asociación de variables más que causales, de asociación, es decir, la violencia familiar está asociada a diferencias entre sus miembros, es la incapacidad de uno o más de ellos para controlar la ira cuando las expectativas no se cumplen o cuando la imaginación los traiciona.
Nada, absolutamente nada justifica la conducta violenta, las preguntas a responder ahora son ¿Por qué aumenta en promedio el 32% anual la violencia familiar en Sinaloa? ¿En 12 años más, cómo estará Sinaloa en materia de violencia familiar?
La otra pregunta de investigación es, ¿Si desaparecen las instituciones encargadas de prevenir la violencia familiar, aumentarán las cifras, o paradójicamente disminuirán?
La estabilidad emocional de la familia refleja una estabilidad social, y la inestabilidad familiar hace lo propio. Hacer una evaluación dura de los paradigmas institucionales es el principio, buscar un cambio haciendo lo mismo, es más que necedad.